Buuuuenas a todos. Creo
que es la primera vez que escribo una historia en Walflower ( o como
todos lo conocemos: Yamato Nadeshiko Shigi Hege) y no ha sido por
falta de ganas. Por x o por y, nunca se me ha ocurrido una historia
que hacer porque Kyouhei y Sunako nunca se habían llevado lo
suficientemente bien como para hacer una historia que me resultara
creíble. En la serie seguían peleándose a pesar de notarse que
Kyouhei la tenía en alta estima y, en el dorama, el actor no es que
me matara (yo habría puesto a Hayami
Mokomichi, por lo alto y algo moreno, siempre he visto algo moreno a
Kyouhei ya que va siempre medio en bolas por las casa, y porque me
encanta) ademas de que la forma en la que admite que la ama es muy
tonta y al final siguen como al principio.
Por
eso me puse y descargue el manga hasta el capitulo 130 y simplemente
he quedado encanta. Los cambios que se han producido entre ellos dos,
como Takenaga y Ranmaru se iban abriendo, como Yuki se hacía más
maduro..... Y pude pensar en dos historias.
Esta
se basa en el capitulo 110 del manga y casi me dio algo mientras lo
leía. Como siempre, advertir que contiene lemon, así que no es
recomendado para menores de 18. También que los derechos de los
personajes y la historia pertenecen a Tomoko Hayakawa. Yo solo los
tomo prestados para hacer este final que me hubiera gustado ver en el
capitulo. Disfrutadlo y hablamos luego.
¿ÁNGEL
O DEMONIO?
Estúpida Nakahara
Sunako. Enfermarse en pleno verano, pensó Kyouhei con disgusto,
caminando por los pasillos de la silenciosa mansión como si quisiera
provocar un terremoto a cada paso.
Por un momento,
cuando la había oído decir que prefería la muerte a ser atendida
por él, sintió como si una especie de espina se le hubiera clavado
en el pecho, pero se obligó rápido a sacar eso de su mente.
Ranmaru le encargó
que la tratara bien y solo Kami-sama sabría lo que ocurriría si los
chicos se enteraban de alguna metedura de pata.
Fue a la cocina para
preparar la avena, pero cuando al primer intento estuvo a punto de
incendiar la cocina hasta sus mismos cimientos, pensó que lo más
sensato seria encargar la comida a algún local que quedara cerca,
buscando alguna dirección en los cajones de la cocina, donde los
chicos solían haberlos guardado anteriormente.
Cuando esa tarea
estuvo en marcha, fue a buscar las medicinas, dejándole tiempo más
que de sobra a esta para que se cambiara.
Sin ella por la
casa, cocinando o limpiando, esta en verdad se sentía extraña y
falta de vida. Y eso le volvía a crear una sensación ligeramente
punzante en algún lugar del pecho.
El timbre de la
puerta le salvo de seguir analizando esas ideas y, colocándose en
trapo en la cara para evitar que lo viera fuera quien fuera el
repartidor, cogió algo de dinero y se dirigió a abrir la puerta.
-¡Aquí esta su
entrega de avena!-exclamó un alegre joven. Pero, al ver la cara
tapada de este dando manotazos para tratar de agarrar la bolsa,
pareciendo un zombie, la cara de este se descompuso, le dio la bolsa,
aceptó el dinero y la inclinación de cabeza de Kyouhei y se fue de
la mansión Nakahara con ganas de llorar y con deseos de que jamás
hicieran un pedido desde aquel lugar.
Una vez dentro,
Kyouhei se quitó el trapo y lo tiró en cualquier rincón,
contemplando la bolsa entre sus manos con una sonrisa.
-¡Misión de
comida, completada!-canturreó, alzando un puño.
Pero sin nadie para
que lo viera y admirara su esfuerzo, resultaba ridículo, así que
solo volvió a la cocina, puso la avena en un plato, el plato sobre
una bandeja junto con la medicina y fue a la habitación de esta.
``Después de tanto
trabajo, me debe un montón de raciones de camarones´´, pensó,
sabiendo que ella no podría negarse en ocasión, luciendo una
sonrisilla maligna en el rostro.
Con las manos
ocupadas no pudo llamar a la puerta, pero con el codo consiguió
bajar el tirador de la puerta y entrar.
Ante su sorpresa, se
encontró con el cuerpo de Sunako en un rara posición hacía el
suelo, como si se hubiera desmayado en algún momento mientras se
cambiaba, sucumbiendo a la alta temperatura que la abrasaba.
Había sudado
muchísimo y las prendas se le habían pegado a la piel, su cara
decía que estaba aun peor que momentos antes y, de seguir de aquel
modo, Kyouhei tendría que acabar cambiándole hasta las sabanas.
Pero, recostándola
mejor en la cama, pensó en lo que podía ocurrir si Sunako le
pillaba haciendo algo, creyéndola dormida.
-Si me tapo los
ojos, no habrá problemas, ¿no?-se le ocurrió de pronto.
Y, diciéndose que
había sido una buena idea, fue a por un barreño con agua fresca y
buscó por el cuarto uno de los pañuelos con calaveras que ha esta
tanto le gustaban. Si tenía los ojos tapados, aunque despertara, no
podría reprocharle nada ni tendría porqué golpearlo.
Vendándose los
ojos, se subió a la cama, poniéndose sobre el cuerpo de Sunako,
solo sabiendo que era ella al notar el calor del cuerpo debajo.
Notó un ligero
temblor en las manos cuando comenzó a alzar la camiseta de esta por
su cuerpo, pero se dijo que bajo él solo estaba la chica tenebrosa,
esa muchacha que se desangraba por la nariz cada vez que lo veía,
aquella que tenía una sonrisa tan terrorífica que todos se echaban
a llorar cuando la veían. Los pantalones y la ropa interior
consiguieron abandonar su cuerpo al tiempo que Kyouhei trataba de
tranquilizar a su corazón, que bombeaba como un tren en marcha.
Mientras trataba de
enfrascarse en aquella tarea para no pensar en nada, notó el momento
en que esta despertó. El cuerpo de Sunako se tensó y, poco después,
su grito invadía y hacía que toda la casa retumbara.
-¡¿Vas....vas a
matarme?!-le preguntó esta, tratando de huir de él.
-¡¿Eres
estúpida?!.¡No tenía opción!.¡Necesitabas cambiarte de ropa!-le
gritó él a su vez, alzando los brazos, tratando de no parecer tan
nervioso como se sentía.
-¡¿Cam....cambiarme
de ropa?!.¡Puedo hacerlo yo sola!-le aseguró ella, tapándose hasta
el cuello con las sabanas.
-No, no puedes. Por
eso estoy haciendo esto.¡No te miraré ni te tocaré!. Si esto
continua, tu salud empeorará. Anda, estira tu mano derecha.
Sunako lo miró por
unos instantes confusa, aun recordando el sueño tan vivido que había
tenido de los dos bajo la lluvia, besándose, pero notaba su propio
estado de salud, así que, a regañadientes, estiró el brazo hacía
el ciego Kyouhei.
-Aquí esta-le
murmuró y se dejó hacer mientras la lluvia repiqueteaba contra los
cristales, creando un sonido de fondo que parecía alzar el ambiente.
Kyouhei le secó la
cabeza, los brazos, el pecho, las piernas, tratando de calmarse,
diciéndose que aquello no era tan erótico como parecía. Sin
embargo, la imagen de ella, cuando había entrado en su cuarto
luciendo únicamente un collar alrededor de su cuello, sentada sobre
él, volvió a su mente con la fuerza de un mazazo y notó como su
cuerpo volvió a temblar ligeramente.
-Mmmm....Perdona por
decirte esas cosas tan groseras hace un rato-volvió a murmurar ella,
notando como ella tampoco estaba del todo cómoda con la situación.
Pero....¿qué chica
estaría cómoda desnuda delante de un chico, por mucho que este
tuviera los ojos vendados?. Y se regañó interiormente por estar
pensando en ella como en una chica en un momento como aquel, donde
menos debería hacerlo.
-Si. No importa.
Estoy acostumbrado de todas formas. Normalmente dices cosas aun
peores.
-Perdón-susurró
Sunako aun más bajo.
-Está bien. Solo
recuperate y hazme algo de comer-le dijo, tratando de lucir una
sonrisa.
Pero su corazón
latía tan fuerte y duro en su pecho que sabía que, por fuerza, esta
tendría que ver como lo estaba golpeando contra la piel. A no
ser......que su vista hubiera ido a parar entre sus piernas cruzadas,
observando el ligero bulto que se habría formado contra la bragueta
de sus vaqueros.
Por mucho que se
hubiera dicho una y otra vez que Nakahara Sunako era lo menos
parecido a una mujer que alguna vez pudiera encontrar, imágenes de
ella asaltaban su mente. Ella sobre su cuerpo desnuda era la más
recurrente, pero también como defendía a sus amigos o aquello en lo
que creía, como podía mostrar una imagen perfecta de dama o
rompedora si era por el bien de su tía, incluso salvaba a unos
abusones de las llamas sin tener en cuenta lo que podía ocurrirle a
ella misma. Había visto como se desvivía con los hermanos pequeños
de Yuki, siendo la imagen perfecta de madre que Kyouhei siempre
deseó, el tipo de mujer que querría a sus hijos y los defendería
fuera como fueran.
Todas aquellas cosas
lo golpeaban una detrás de otra, sin permitirle tranquilizarse,
secándole la boca mientras notaba la piel suave bajo los dedos,
sabiendo que aquella limpieza ya estaba durando más de lo que
debería. Y, aun sabiéndolo, no podía parar.
-Tumbate. Así
sentada no pudo secarte bien-le dijo, sabiendo que aquello no era
cierto en absoluto.
Sin embargo, notó
como Sunako asintió y se recostó contra las sabanas. Completamente
desnuda, le recordó una vocecilla en su cabeza, a la que no pudo
identificar.
¿Por qué?.¡¿Por
qué se habían ido los chicos y los habían dejado a solas, sabiendo
que siempre ocurrían cosas extrañas entre los dos cuando estaban
sin ellos cerca?.
Pero sus manos
siguieron en la tarea, notando como Sunako seguía estando un poco
rígida bajo él. Se había tenido que alzar sobre su cuerpo para
limpiarla, igual que había estado antes de que despertara, pero
ahora era diferente. Ahora ella estaba despierta, le miraba, sabía
lo que estaba haciendo y, a pesar de la desnudez, le permitía que lo
hiciera.
Maldito su corazón,
porque había comenzado a latir aun más fuerte y notaba su
respiración más pesada, como si sus pulmones se hubieran encogido o
faltara aire en la habitación. Sus manos también habían comenzado
a volver a temblar y tenía aun más calor que antes, pensando si
esta no le estaría pegando algo.
Pero lo que más le
sorprendió fue notar como Sunako también empezaba a temblar bajo
él, conteniendo la voz, enviando disparos electrizantes por su
cuerpo hasta la unión entre sus piernas, erizando su piel y
acelerando aun más sus latidos.
Ni siquiera sabía
porqué esta lo estaba torturando de aquella manera hasta que notó
que tenía la toalla sobre sus pechos, pasándola una y otra vez,
seguramente haciéndole alguna clase de rozadura sobre la piel
sensible.
-Perdona.¿Te estaba
haciendo daño?-le preguntó, dejando la toalla a un lado.
Notó como esta
negaba con la cabeza, pero aun le costaba respirar y alzó las manos
hacía sus pechos.
-¿Es.....es
necesario limpiar todo con.....tanta insistencia?.
La voz baja de esta,
algo más tímida de lo normal, sonando casi inocente, hizo que
nuevas corrientes le recorrieran. E imaginar que era Sunako fue aun
peor, sabiendo que, de tratarse de otra mujer, solo sentiría
repulsión.
-Claro....que es
necesario. Tienes que estar bien limpia para poder vestirte. Además,
estas tan débil que no lo puedes hacer tú misma, así que no
protestes.
-Se sentía.......se
sentía raro cuando has.....hecho eso-murmuró ella, recuperando un
poco de su tono normal.
-¿A qué te
refieres?-le preguntó Kyouhei, congelado sobre ella, preguntándose
por un segundo como luciría bajo él.
Cientos de chicas se
le habían presentado de las maneras más extrañas y pervertidas que
jamás creyó contemplar en toda su vida, consiguiendo colarse en
ocasiones hasta en su propia casa, pero era la primera vez que
realmente tenía deseos de ver el cuerpo de una mujer. Lo único que
impedía esa visión era una simple venda que le cubría los ojos,
una venda que podría retirar en cualquier momento.
Tuvo que obligarse a
tragar saliva, tratando de serenarse.
-No sé. Era
como.....como una corriente.¡No me hagas tener más calor o me
derretiré!-se quejó esta, dando un golpe con los puños en la cama.
¿Estaba queriendo
decir que se había excitado cuando le había hecho aquello?. Una
chica como ella, que se había encerrado en la oscuridad al haber
sido rechazada en la secundaria desde luego no había tenido tiempo
de saber que era el deseo. Pero saber eso, que su toque había
provocado eso..... De seguir de aquel modo, perdería la razón.
-¿Esto es lo que se
ha sentido raro?-le preguntó, alzando la mano hasta notar algo suave
y lleno contra su mano.
Palpando lentamente,
encontró el botón apretado y, tomándolo entre dos dedos, lo apretó
y jugó con él, notando como el cuerpo de Sunako se tensaba,
volviendo a contener la voz. Las piernas bajo él se movieron y
pareció retorcerse un poco.
¡Quería
verlo!.¡Quería ver como lucia esta bajo aquella exploración, como
lucia ante unas sensaciones que no habría experimentado jamás!. Su
miembro palpitaba dentro de sus pantalones solo imaginándose como
ella aparecería bajo él. Pero no podía hacerlo. Sunako se dejaba
hacer aquello porque confiaba en que no fuera nada raro y porque no
la estaba viendo. Si se retiraba la venda, se acababa el juego.
Aun conteniendo el
deseo que él mismo sentía, siguió jugando con ella hasta que
consiguió oírla gemir, incapaz de contener su voz por más tiempo,
pasando de un pezón a otro solo para notar más de aquellos
estremecimientos y aquellos jadeos.
-¡¿Qué
estas.....qué estas haciendo?!.¡Ahora......se siente más
fuerte!-exclamó ella, sonando como un animal herido, sin poder dejar
de agitarse.
-Y seguro que puede
ser mejor-murmuró, notando la voz ronca mientras se inclinaba hacía
donde, suponía, estaba el pecho de esta.
Pudo tomar un pezón
entre sus labios, notando como lo que parecía su ultimo atisbo de
racionalidad se rompía, sujetando los brazos de Sunako cuando esta
trató de apartarle la cabeza.
-¡¿Qué estas
haciendo ahora?!.¡Suéltame!.¡Solo lo estas haciendo peor!.
-Los resfriados se
pasan más rápido cuando pasas por cosas que te hagan sudar mucho,
como ejercicio-murmuró Kyouhei contra su piel, sin saber realmente
que había hablado él.-Así que deja de pelear y relajate.
-¡¿Cómo pretendes
que me relaje?!.¡Estás....!.¡Me estás lamie.......!.¡¡¡Suéltame
ya!!!-le exigió esta, tratando de empujarle con sus piernas.
Pero algo tan simple
como sentarse sobre ellas fue más que suficiente para inmovilizarla.
Y que estuviera resfriada también ayudaba a su total resistencia.
Sunako estaba realmente avergonzada, podía decirlo por como no había
podido describir lo que le estaba haciendo, pero eso tampoco le
importó demasiado.
Los movimientos de
Sunako bajo su cuerpo solo parecían encenderlo más y volvió a la
tarea de tomar su pecho, jugando con sus botones hinchados,
obligándola a gemir y luchar por el aire. Notaba su pulso al tener
sus muñecas sujetas, corriendo tan rápido como el de él mismo y se
alzó hasta su rostro.
-¿Qué piensas
hacer ahora?-le preguntó ella, sonando derrotada.
Sin embargo, Kyouhei
ni siquiera contestó. Solo se inclinó hacía su rostro y la besó,
como en tantas otras ocasiones había hecho o había sentido el
impulso de hacer.
Sunako se tensó
bajo él, cerrando tan fuerte sus labios que apenas si podía
notarlos, pero eso no le echó para atrás. Continuo pasada por
pasada sobre sus labios, obligándola a relajarse poco a poco,
inclinando la cabeza de un lado a otro para mejorar el angulo. Y,
tras unos minutos de lucha, esta pareció ceder, entreabriendo un
poco los labios cuando la lengua de Kyouhei pasó sobre ellos.
Ni siquiera sabía
de donde salia aquel impulso. Lo único que notaba era la necesidad
de entrar en ella de algún modo y aquella había sido la manera más
rápida. Quería explorarla, volverla a tener temblando bajo él como
momentos antes, que dejara de resistirse y le permitiera quitarse
aquella venda de una vez.
Lo habría hecho él
mismo, pero aquello habría significado que tendría que haberla
soltado y no podía hacerlo.
Sunako tuvo que
abrir más los labios en busca de aire, notando como todo aquello la
estaba mareando. Se sentía cada vez más perdida, notando que su
resistencia cedía incluso sin quererlo. Su mente no estaba despejada
y, en cierta forma, se sentía como si estuviera borracha, una
borrachera que aquel ser radiante había creado.
Ni siquiera había
notado como este la había soltado, incapaz ya de resistirse por ella
misma, y las manos de este fueron una a su nuca, haciéndola girar
la cabeza como él quería para profundizar más el beso, y la otra
hacía su cadera, recorriendo lentamente la piel con los dedos,
quemándola, hasta dirigirla a su espalda, obligándola a que se
arqueara contra él.
Se había levantado
de sus piernas lo suficiente para separarlas con una de sus rodillas,
sin dejar de besarla, y se había colocado entre ellas, tumbándose
sobre ella, haciéndola notar aquella parte de su cuerpo que ya había
visto en otras ocasiones, ahora duro contra el suyo, dando cerca de
donde también estaba notando cambios.
Sintió la lengua de
Kyouhei contra la suya, notando como se movía suavemente al
principio, caricias que enviaban pequeñas señales eléctricas a
través de sus sentidos, pasando poco a poco a más velocidad,
haciendo que olvidara hasta su nombre, obligándola a girar su lengua
contra la suya mientras se ondulaba una y otra vez contra su cuerpo,
disparando aun más el calor. Pudo sentir el sabor de este en su
boca, algo dulce y fuerte sobre sus sentidos que la dejó sin
aliento, permitiendo aun más fácilmente la exploración de este.
Estaba perdida, solo
respondiendo porque el impulso la obligaba a ello, haciéndole
imposible lo contrario, y sus manos se alzaron hacía el pecho de
este, notando la piel caliente incluso con una camiseta de por medio.
Alzándolas hasta sus hombros, casi canturreo con alegría en el
interior de su boca al sentir el tacto de su piel, no pudiendo evitar
relajarse y abrir inconscientemente más la pierna para que este
pudiera estar más cerca.
Por un momento,
Sunako consiguió hacer la cabeza a un lado, más por buscar aire que
porque quisiera apartarse, pero Kyouhei empezó a besar su mandíbula,
su mejilla, su oído.... todo aquello que encontraba a su paso,
tratando de volver a abrirse camino hacía sus labios.
-Vuelve la cabeza,
por favor-le rogó este, como si fuera él el que estuviera
encadenado por el cuerpo masculino y no al contrario. Su voz había
sonado tan melosa que casi había sentido como se extendía por su
cuerpo, haciéndola ceder por un momento.
-Dejame seguir con
esto un poco más. Solo un poco más. Nadie lo sabrá.
Sunako estuvo a
punto de abrir la boca y decir que aquello no era lo importante, que
nada de aquello tendría que estar sucediendo
porque.....porque.......¡era un ser radiante!. Pero la mano de este
que había estado en su nuca le cogió la barbilla, haciéndola
volver la cabeza con una facilidad pasmosa, teniéndola de nuevo
donde quería, tomándola.
Volvió a sentir
como toda ella se ablandaba, se dejaba hacer sin poder evitarlo. Su
cuerpo comenzó a temblar ligeramente de nuevo, sintiendo que cada
invasión de aquella lengua en su boca solo era el sustituto de algo
que Kyouhei quería hacer. Pero todo lo que hizo ella fue alzar los
brazos para poder anclarse a su cuello, aferrándose, necesitando
anclarse a algo para no perderse sin remedio.
Este alzaba y
descendía la cabeza una y otra vez, imitando con más intensidad una
penetración, lanzando pequeños gemidos contra su boca, gemidos
hambrientos, como si aun necesitara mucho más. O, quizás, aquellos
sonidos eran suyos. Ni aunque su vida hubiera dependido de ello
podría haberlo jurado, demasiado perdida en el momento.
Su mente estaba
completamente en blanco, solo abandonándose a las caricias, a sentir
las manos sobre su piel ardiendo, a dejarse invadir de aquel modo
como nunca antes este había hecho. Y, sin embargo, siendo aquello
más carnal, sintió menos vergüenza, como si ya fuera demasiado
tarde para poder sentirla en un momento como aquel. Una de sus manos
estaba enterrada entre los rubios mechones, cerca del nudo de la
venda, con la otra aferrada aun a su cuello, sin darse siquiera
cuenta de como dejaba marcas en la piel.
Su peso había
comenzando a sentirse agradable entre sus piernas, notando la dureza
contra una zona que notaba tan tierna en aquellos momentos.
Instintivamente, supo que allí era donde él quería ir. Donde ella
parecía necesitarlo también. Pudo saberlo por la forma en la que
Kyouhei empujaba las caderas contra las suyas, rozando su intimidad
desnuda.
Tuvo que alejarse de
aquellos labios, inclinando la cabeza hacía atrás, para soltar un
gemido más fuerte que los anteriores, dejando el arco de su cuello
para el total pillaje de los labios de este, dejando un camino de
besos que descendió hasta la base de su cuello y volvió a ascender
hasta sus labios, solo lamiéndolos para poder hablar.
-¿Eso se sintió
bien?-le preguntó este, inmóvil sobre su cuerpo.
Y Sunako tuvo que
asentir con la cabeza, incapaz de hablar.
-Tienes que quitarme
la venda-le dijo este, con aquel tono bajo que le hacía parecer otra
persona, con el rostro oscurecido.
-¿Por qué no te la
quitas tú?-murmuró ella.-Además, cuando te la quites.....no
podremos.....seguir. Me sangrara la nariz.
-Eso no pasara-dijo,
rozándole el cuello con los labios.
-¿Y.....eso
co.....como lo sabes?-consiguió preguntarle, notando como su cuerpo
volvía a temblar ante aquella caricia.
-Porque estarás
demasiado ocupada como para eso-susurró este, lanzando sus caderas
hacía delante de nuevo, dejándola sin aliento.
El calor pareció
redoblarse en la habitación, haciendo que ella se sintiera indefensa
mientras Kyouhei se frotaba contra ella de aquella forma,
consiguiendo eliminar cualquier resistencia que Sunako hubiera
conseguido formar.
La mano que había
tenido en el suave cabello de este tiró del nudo, consiguiendo
deshacer este y, una vez suelto, la prenda cayó sobre ella. Observar
aquellos ojos marrones centrados en los suyos la dejó congelada.
Pero, entonces, este volvió a empujar sus caderas, manteniéndola
anclada solo por el peso de su mirada.
-Sunako-murmuró
este.
Pero ella solo pudo
cerrar los ojos mientras un nuevo temblor la sobrevenía.
Solo la mera mención
de su nombre por los labios de este la habían hecho estremecerse. Ni
siquiera podía creérselo. Por lo general.....sí, sentimientos
confusos habían comenzado a asaltarle cuando lo veía o cuando
estaba demasiado cerca de ella, pero nunca de ese modo. Nunca tan
fuerte.
Notó como la mano
que había estado manteniéndola arqueada volvía hacía su cadera y,
de allí, suavemente, fue descendiendo por su muslo, haciendo que
nuevos estremecimientos la sacudieran cuando notó como aquella mano
se dirigía hacía la parte interna de su muslo, vulnerable ahora al
estar abierta para dejarle sitio. Los labios de este estaban en su
mejilla, cerca de la comisura de sus labios y, cuando aquella mano
llegó al centro entre sus piernas y volvió a gemir sin remedio,
volvió a besarla, notando un gruñido satisfecho en el interior de
su boca.
Notó la humedad que
aquella mano había encontrado, aquella humedad en la que ella misma
no había reparado hasta aquellos instantes, demasiado perdida para
notar algo más. El cuerpo de Kyouhei tembló sobre el suyo mientras
aquellos dedos la exploraban, obligándola a agarrarse a sus hombros
cuando sintió una caricia en algún punto sensible donde antes solo
se había rozado.
Sin embargo, a pesar
de la intimidad de aquel gesto, de lo vulnerable que la dejaba ante
él, solo permaneció aferrándose a sus hombros, tratando de ocultar
el rostro en el hueco de su cuello, sin poder controlar a su propio
cuerpo.
-No-dijo Kyouhei,
cogiéndole del pelo con cuidado hasta dejar la cabeza de Sunako de
nuevo sobre la almohada.-Quiero verte mientras hago esto. No te
escondas.
-Pero.....yo......
No puedo......
Ya no era capaz de
hablar, ni de pensar. Solo podía sentir, sentir aquellos dedos que
tocaban su carne más intima, acariciándola, encendiéndola,
extendiendo la humedad y jugando con aquel brote de nervios que había
encontrado y que solo la dejaba temblar contra las sabanas, incapaz
de formar palabras, tratando de tomar alguna bocanada de aire.
Kyouhei permaneció
suspendido sobre ella, observando su rostro, sus reacciones, como el
aliento se le quedaba atascado en la garganta, como su mano la
trabajaba hasta dejarla en aquel estado.....
Los temblores
aumentaron en intensidad hasta que Sunako tuvo que clavarle las uñas
sobre los hombros, dejando marcas en su piel. Pero ni eso le importó
mientras seguía trabajando en ella.
El olor de su
excitación se había alzado en el aire como un dulce picante y,
cuanto más movía sus dedos contra ella, trabajándola, más
penetrante se hacía aquel olor, nublándole la mente, habiendo
dejado en un segundo plano su propia excitación punzante mientras la
contemplaba.
Quería que
disfrutara de aquello, que no temiera su toque, que se acostumbrara a
él y lo buscara. Por eso, cuando notó que estaba cerca de su final,
retiró un poco la mano para observar su reacción.
Como una flecha, la
mano izquierda de esta le sujetó, tratando que volviera acercarse,
haciéndole lucir una sonrisa en los labios.
-¿Quieres que siga
haciéndolo?.¿Te ha gustado?.
Sunako, con un
sonrojo coloreando su rostro, cuello y pecho, tuvo que asentir con la
cabeza.
-¿Cómo se siente?.
-Bu....bueno-fue lo
que pudo murmurar.-Muy bueno.
No quiso torturarla
más, así que volvió a dejar su mano contra su carne más intima y,
mientras volvía a torturar su nido de nervios, condujo sus dedos por
la piel satinada hasta su entrada, viendo como esta se arqueaba sobre
la cama, gimiendo.
Ante aquella visión,
sus deseos reprimidos volvieron a resurgir y pudo sentir como el
cierre de sus vaqueros lo atenazaba en una incomoda prisión. Si no
acababa con aquello pronto, era posible que él acabara mucho más
pronto que ella y se perdiera su final, así que, ya sin calma, pasó
su pulgar de manera dura sobre ella mientras hurgaba con sus dedos en
el cuerpo de esta, comprobando su estrechez y como parecía costarle
ceder.
Los gemidos de
Sunako aumentaron de volumen, agradeciendo que los chicos no se
encontraran en la casa, y vio como todo el cuerpo de esta se
coloreaba mientras cerraba con fuerza los ojos. Los dos dedos que
había conseguido meter en su interior fueron atrapados en mitad de
aquella ola que llegaba y vio como esta gemía en mitad de un mar de
temblores, alzando las piernas en torno a las caderas de este,
aferrándose, observando como parecía que el clímax la había
arrastrado lejos, dejándola sin fuerzas.
Cuando el cuerpo de
esta quedó laxo sobre las sabanas, respirando pesadamente para tomar
aliento, Kyouhei aprovecho para deshacerse de su ropa, dejándola
caer en cualquier parte, lanzandola sin ninguna importancia, sin
perderla de vista.
Sunako solo parecía
verlo a través de alguna clase de neblina lejana pero, cuando se
inclinó sobre su cuerpo, ahora sin ninguna prenda de ropa entre
ellos, parpadeo rápidamente y volvió a colocar las manos sobre los
hombros de este, abrumada ante la nueva intimidad, sintiendo el
miembro de este contra su carne, explorándola, acariciándola como
momentos antes habían hecho sus dedos.
Cuando sintió el
primer intento de entrar en ella, se tensó, diciéndose que no
estaba lista para algo como aquello. Pero aquel malvado ser radiante
dejó una marca en su pecho con la humedad de sus piernas y,
dirigiéndole una sonrisa que la dejó sin aliento, descendió la
cabeza para lamerlo, haciéndola corcovear de nuevo, obligándola a
relajarse sin ni siquiera darse cuenta.
Solo notó una vaga
sensación de ser abierta, de que algo se introducía en ella,
estirando su carne intima como nunca había tenido que hacerlo.
Cuando sintió una sensación de tensión, como si algo se opusiera
al avance, Kyouhei ascendió hasta su boca, dejándola sin el poco
aliento con el que aun contaba, jugando con su lengua, arrastrándola
hacía el interior de su cavidad, notando los gemidos de necesidad
que salían de este.
Con aquel sonido tan
primitivo en sus oídos, se onduló bajo él, colgándose a su
cuello, estirando las manos hacía su espalda, necesitando tocarlo,
sentirlo para saber que no estaba sola en aquello. Volvía a temblar,
pero en aquella ocasión ya no sabía si por los nervios, por la
fiebre o por lo que este le hacía y, antes de poder saberlo, se
sintió totalmente abierta, llena, subiendo una pierna hasta la
cadera de este solo por mero instinto.
En aquellos
momentos, Kyouhei no podría haber dicho jamás que le había llevado
a aquella habitación, tan perdido como estaba. Solo notaba hambre.
Hambre de ella, hambre de Sunako, hambre de los sentimientos que
pudiera albergar por él, hambre de......todo lo que pudiera obtener
de ella.
Retirándose con
cuidado hacía atrás, silenciando una protesta de esta con sus
labios, volvió a hundirse, deseando gritar, notando como todo su
cuerpo temblaba, cantaba. Ni siquiera había sabido que estaba tan
deseoso de aquello, del cuerpo de ella, de que lo acogiera sin
reservas.
Alzándose sobre sus
codos, retiró aquel cabello negro del rostro de Sunako,
concentrándose en sus ojos mientras retrocedía y volvía a caer,
viendo como esta gemía, se retorcía, se agarraba a su cuerpo o
agitaba la cabeza.
¿Cuantas veces
había oído a Ranmaru hablar de lo maravilloso que era el estar con
una mujer?. Y todas las veces que él no le había creído y solo
había pensado que era un pervertido salido que no podría
satisfacerse nunca, no necesitando la pasión en su vida......
Sin embargo, en
aquellos momentos, no querría estar en ninguna otra parte, no
querría estar con ninguna otra persona que no fuera Sunako allí, en
aquella habitación, sobre aquella cama, acariciando con la mano que
no estaba enterrada en su largo cabello su pierna, aquella pierna que
se había colocado sobre su cadera y que le permitía hundirse aun
más en su cuerpo.
Mía. Mía.¡Mía!,
parecía gritar cada vez que descendía, agachando la cabeza hasta
dejar la frente contra la de ella, viéndola perderse de nuevo, con
aquella sombra que se colocaba ante sus ojos mientras su liberación
se acercaba, arrastrándolo con ella, notando como todos sus músculos
se tensaban.
Su columna se
transformó en mantequilla cuando sintió un temblor intenso de
placer descendiendo por su espalda hasta llegar a la parte interna de
sus piernas, sin ni siquiera notar el sudor que los bañaba, olvidado
ya hacía mucho la lluvia en el exterior. Cuando ella lo aferró,
arqueándose de nuevo en la cama, Kyouhei se permitió ir, acallando
un gemido agónico apretando los dientes, notando como el placer lo
hacía temblar, lo rodeaba y lo sacaba de su propia mente, alzándolo
y soltándolo desde lo alto, dejándolo caer.
Aun temblando,
abriendo los ojos, tratando de recobrar aliento, vió como Sunako
parecía haber pasado por una experiencia parecida, aun más perdida
que él e, inclinándose de nuevo, le dejó un beso sobre la frente.
-¿Estás bien?-le
susurró, en la intimidad del cuarto.
-Sí, estoy bien-le
aseguró ella, dirigiéndole una sonrisa tímida pero satisfecha.
Por unos momentos,
se permitió que esta cargara con todo su peso, sabiendo que era
fuerte y que podría con ello, pero acabó por hacerse a un lado,
arrastrándola entre sus brazos, dejando que descansara la cabeza
contra su pecho.
Ninguno de los dos
pareció saber bien que decir después de aquello, pero tampoco
tuvieron la necesidad de romper el silencio, así que Sunako solo se
permitió cerrar los ojos mientras los dedos de Kyouhei seguían
peinándole el cabello lentamente, llevándola a un estado de
duermevela que se la llevó rápido, necesitando descanso.
…..
Había pensado que
soñar con un beso con la criatura radiante había sido mucho pero,
después de lo que había pasado en aquella habitación,¿cómo podía
llamarle a eso?.¿Cómo se iba a comportar?. No tenía ni idea y, en
aquellos momentos, mientras despertaba, tampoco le importó, notando
como alguien frotaba su piel con una toalla húmeda y caliente.
Abriendo los ojos,
comprobó que se trataba de Kyouhei que, vestido solo con sus
pantalones, le estaba limpiando las piernas y el estómago.
-Leí en algún
sitio que a las mujeres les reconforta esto después de.....ya
sabes-murmuró este, consiguiendo doblar una de las piernas de ella
para lavar su centro.
Sunako saltó, más
por la impresión que por sentir malestar, pero lo dejó hacer,
sintiendo el cuerpo deliciosamente cansado y no solo sudoroso y
pesado como cuando había cogido el resfriado, llevándose una mano a
la frente para asegurarse de que su fiebre en verdad había comenzado
a retirarse y no solo era su imaginación.
-¿No te lo he
pegado?-le preguntó a este, observándole con atención, pareciendo
que el cuerpo de este estaba bien.
-No. Estoy
perfectamente.¿No has oído eso de que los chicos guapos no se
enferman?.
-Te he cuidado
estando enfermo-le recordó ella, disfrutando extrañamente de la
intimidad, observándole sin que sangrados nasales o la brillantez la
agitara.
Suponía que, tras
lo que habían hecho, no volvería a pasar por ello.
-Bueno......eso
seria porque tendría bajas las defensas.
Sunako sonrió, pero
no comentaron nada más.
…..
Después de aquello,
los chicos llegaron y Kyouhei aseguró que Sunako se estaba
recuperando sin problemas. Estos, impresionados porque hubiera hecho
bien su trabajo, fueron a verla y comprobaron que, efectivamente,
esta lucia mejor color, se había cambiado de ropa y se había tomado
sus medicinas después de comer.
Poco tiempo después,
pudo levantarse de la cama y no tardó demasiado en volver a hacer
las tareas.
Los chicos
sospechaban que algo habría ocurrido en su ausencia, ya que Sunako
no parecía tener problemas alrededor de Kyouhei, este ya no le
ordenaba como si fuera su criada y cada dos por tres estaba metido en
la cocina con ella, conversando mientras ella cocinaba.
Desde luego la
estampa parecía la de un matrimonio de recién casados.
-¿Qué habrá
pasado mientras estábamos fuera?-preguntó Yuki, apoyado en la mesa
baja del salón, sentado en el suelo frente a los otros dos.
-¿Kyouhei se habrá
rendido a sus deseos de hombre aprovechando que no estábamos para
quedarse con Sunako y ni siquiera nos lo ha contado?-preguntó
Ranmaru, sentado de lado en uno de los sillones.
-Sea lo que sea, es
bueno. La atmósfera que hay ahora entre ellos es relajada,
agradable.... Intentemos no hacer nada por estropearla-les sugirió
Takenaga, bajando la voz al ver que Sunako se acercaba con unas tazas
de té, con Kyouhei unos pasos más atrás.
Esta lucia su ropa
habitual, pero había recogido su cabello en una coleta, dejando su
rostro al descubierto y se había recogido el flequillo con unas
horquillas, dejando bien visibles aquellos ojos violeta que parecían
brillar. El rubio, como siempre, parecía caminar con desgana, pero
no perdía a esta de vista y su semblante se suavizaba cuando lo
hacía.
Algo no le quedó
claro a Ranmaru con eso de ``no hacer nada por estropear la
atmósfera´´, porque cuando tuvo a Sunako cerca, tras dejar la
bandeja sobre la mesa, la cogió por la muñeca hasta tenerla sentada
sobre él, abrazada contra su cuerpo.
-¿Qué te ha
pasado, querida princesa, para que parezcas brillar de esta manera?.
Sunako lo miró con
mala cara, pero no le sangró la nariz ni saltó, tratando de
matarlo. Solo intentó desembarazarse de sus brazos. Pero Kyouhei fue
más rápido. En dos zancadas, llegó junto al sillón, cogió el
brazo de esta y la liberó, encerrándola contra su cuerpo mientras
le faltaba poco para lanzarle puñales por los ojos a Ranmaru.
-¡¿No te han
enseñado a no tocar lo que es de otras personas?!-le gritó este,
molesto, mientras ella solo permanecía inmóvil, mirando hacía
arriba para poder verle la cara.
-¿Y desde cuando
Sunako es tuya?-preguntó Takenaga.
El sonrojo en el
rostro de ambos fue más que notable y los 3 chicos pusieron esa cara
cómplice que solían poner cuando algo de ellos dos salia, como si
solo así ya se hubieran enterado de todo.
-Voy a por algo de
picar-dijo Sunako, casi corriendo a la cocina.
-Y....y yo voy a por
un manga de mi habitación-dijo el rubio, dirigiéndose hacía
arriba.
Sin embargo, Yuki,
Takenaga y Ranmaru seguían mirándolos con aquellas sonrisillas en
sus caras, sabiendo que no podrían engañarlos. No comentaron nada,
pero tanto Sunako como Kyouhei supieron que se enterarían de una
forma u otra, más tarde o más temprano.
``Bueno.....mejor
que sea tarde´´,pensaron ambos.
FIN
¡Aggggg!.¡Me
duelen los dedos!. Llevo escribiendo este fic todo el día y ahora
mismo son las 1:57 de la mañana porque mañana es lunes y quería
subirlo cuando vaya a la biblioteca.
No
tenía claro cual final seria más adecuado para esta historia, así
que simplemente he dejado un final abierto, que siempre me viene bien
por si se me ocurre hacer alguna otra a partir de este punto y
porque, como casi todas las historias de este tipo, no suelen tener
un final bien definido.
Me
gustaría comentar con vosotros una cosa de la que me percaté en el
manga y es la siguiente: Creo que habré leído sobre unos 3 o 4
hallowen y 2 o 3 San Valentín hasta el capitulo 130 que voy pero,
cuando presentan a los protagonistas, siempre pone que tienen 15 años
y yo no he visto que celebren ni un puñetero cumpleaños.
¡¿Qué
pasa aquí?!.¡¿Tienen el secreto de la inmortalidad y no quieren
compartirlo con el resto de los humanos o estos ya son como las
mujeres pasados sus 30, que empiezan a quitarse años?!. Realmente
alucine viendo como pasaba el tiempo y todos seguían hasta en las
mismas clases.
Por
unos momentos, me sentí como si estuviera viendo The Simpson, que
tampoco envejecen nunca ni cambien de clase, por muchas fechas
señaladas que celebren en distintos capítulos.
Si
alguien sabe porqué pasa eso, que me lo explique, por favor.
A
parte de eso, creo que no tengo nada más que comentar a parte de que
espero que os haya gustado el fic, que el lemon no os haya resultado
muy fuerte y, si Ochiidisco lee esto, que sepas que el fic de fate
sobre Alejandro Magno y su master se me resiste más de lo que creía
pero, viendo a este primero, parece que lo va a reventar. Recuerda
ese mini capitulo de manga que me pasaste con todos los personajes de
la empresa donde salen en las aguas termales. ¡Es que se lo va a
cargar, por muchos 15 minutos de preparación previa que le de!.
Bueno,
con esto me despido hasta el próximo fic.
Manteneos
sanos y nos seguimos leyendo.
me encanto escribes muy bien felicidadez
ResponderEliminarEs el mejor que he leído.Todos los fanfics tienen el mismo problema se salen de personaje, pero en este esta muy bien realizado.Dejando que el leer este lemon sea como leer el manga original, realmente felicitaciones Sigue así. ^^
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