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lunes, 11 de abril de 2016

Guia de Supervivencia contra el Armagedon

Hola a todos!!!! Sí, lo sé. Hace siglos que no subo nada a este blog, pero eso se debe a que mi tiempo esta siendo robado por otras muchas cosas, sobre todo escribiendo novelas para concursos, ya que, visto lo visto, o te empiezas a hacer conocido de alguna manera o no te toman en serio en este país. Así, de momento, solo tengo 2 novelas subidas a Amazon, ya que las otras estan pendientes de concurso. Si no les llegara a interesar a la editorial a las que las mandé, la subiré a mi cuenta de Amazon y punto.

Aquí os dejo el enlace para que podais acceder a esta historia mia, a la que, con el tiempo, pienso crear una historia detras a parte de la propia guia, pero, de momento, disfrutad con la idea de como podriais sobrevivir si realmente llegara de repente el final de los tiempos: https://www.amazon.es/Gu%C3%ADa-Supervivencia-contra-el-Armaged%C3%B3n-ebook/dp/B00RXOC220/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1460364889&sr=8-1&keywords=judit+da+silva

jueves, 20 de noviembre de 2014

MI LIBRO EN AMAZON!!!!!

COMO CREO QUE YA OS CONTÉ, HE PODIDO ESCRIBIR UNA NOVELA ENTERA DE LA HISTORIA QUE ORIGINALMENTE SE LLAMABA ``MI ROBOT, YO Y LO QUE SURJA´´, DONDE HE CONSEGUIDO CONTAR ALGO MÁS DE LA VIDA DE COLETTE Y SU PAREJA Y AÑADIR PERSONAJES NUEVOS, TANTO ASÍ COMO UN HERMANO A ESTE, SUS PADRES, MÁS AMIGOS Y CONOCIDOS.
SI SOIS UNOS APASIONADOS DE LOS LIBROS COMO YO SOY, NO DUDARÉ NI UN MOMENTO EN QUE ENTRAREIS Y ECHAREIS UN VISTAZO.




ORGULLOSAMENTE TAMBIÉN PUEDO DECIR QUE LA PORTADA ESTA HECHA POR MI Y QUE SI PODÉIS HACER CORRER LA VOZ ENTRE VUESTRO CONOCIDOS SOBRE ELLA, OS ESTARÍA ETERNAMENTE AGRADECIDA.
ESTA ES LA PRIMERA PARTE DE UNA SERIE DE LIBROS QUE SE DIVIDIRÁN EN 4, SIENDO EL ULTIMO UNA NUEVA VERSIÓN QUE TODOS AQUÍ CONOCÉIS Y QUE HABÉIS INSISTIDO PARA QUE ESCRIBA MÁS SOBRE ELLO: ``LOS HERMANOS DEL PECADO´´.
VUESTRA FIDELIDAD A ESA QUE FUE MI PRIMERA HISTORIA SOBRE LOS OPPA´S POR FIN OBTENDRÁ RESULTADOS, PERO, PARA ELLO, VAIS A TENER QUE ESTAR PENDIENTES DE LO QUE VAYA SUBIENDO QUE, POR SUPUESTO, IRÉ COLGANDO AQUÍ TAMBIÉN.
ENTRE OTROS PROYECTOS, TAMBIÉN ESTOY ESCRIBIENDO NOVELA FANTÁSTICA Y DE TERROR, ASÍ QUE ESPERO QUE ESAS HISTORIAS TAMBIÉN SEAN DE VUESTRO AGRADO.

http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss/279-4546397-8684219?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&url=search-alias%3Dstripbooks&field-keywords=M%C3%ADa%20Oriente%20I


HAY TENÉIS EL LINK.
ECHARLE UN OJO Y DADME VUESTRA SINCERA OPINIÓN AL RESPECTO.
LA CONTINUACIÓN DE ``LOS HERMANOS DEL PECADO´´ VA A SER EL ULTIMO DE LOS LIBROS DE LA SERIE, PERO SE HARÁ MENCIÓN A ELLOS YA ANTES, ASI QUE ESPERO QUE PODAMOS ESTAR JUNTOS DURANTE TODO ESTE VIAJE.

BYE Y MANTENEOS SANOS Y LEYENDO.


Por cierto, tambien acabo de subir un video promocional (un book trailes lo llaman). Echadle un vistazo y decidme que os parece:
https://www.youtube.com/watch?v=UlO0gUrqywc&feature=youtu.be

En gran medida es para saber si lo he hecho lo suficientemente bien como para convencer al publico para que quiera ver el libro, pero no estoy muy segura de poder conseguirlo (ya que los unicos comentarios que he tenido han sido de familiares y amigos cercanos)
Si me haceis ese favor, os estaria muy agradecida.^^

Gracias y nos seguimos leyendo



jueves, 6 de noviembre de 2014

Perdón por el tiempo que llevo sin escribir de los Oppas, pero es que mi atención ahora esta puesta en intentar escribir historias más largas.
Por ello, estoy con unas series de novelas que abarcan desde la literatura romántica histórica  hasta la de terror, pasando por fantasía, erótica y una vuelta de pagina a los cuentos clásicos de los hermanos Grimm.
Cuando tenga mi cuenta en Amazon, os informaré de ello, ya que la historia de ``Mi robot, yo y lo que surja´´ me dio para escribir un libro, cambiando los nombres por supuesto, así que todos los que os gustó aquella historia, tendréis que leeros ``Mía´´ para saber como les va a Colette y su ``robot´´ y los nuevos personajes que irán apareciendo.
Muchas gracias por vuestra atención y comprensión.
¡Nos seguimos leyendo!


lunes, 8 de septiembre de 2014

Una noche peligrosa

Como siempre, y por educación, os saludo a todos los que estén leyendo este fic con la esperanza de que os guste tanto leerlo como a mi me ha gustado escribirlo. A pesar de que tenía mi cuenta en fanfiction parada desde hace bastante tiempo, al parecer, me han dado nuevas ganas de escribir de una serie y manga que me encanta (y, encima,¡¡¡¡Siwon-shi hace el dorama!!!!.¡¡¡¡Kyyyyyaaaa!!!!): Skip Beat.

Muchos han insistido en que escriba más sobre esta serie y no lo he hecho antes, no por falta de ganas, si no porque no tenía inspiración. Los hermanos Heel sirven para escribir muchos fic´s, pero para que me inspire tengo que ver las cosas en un momento en que mi imaginación pueda rellenar el resto, como me ha pasado ahora. Releyendo por, ¿4 vez?, el manga, los capitulo 194, 195 y 196 me emocionaron hasta casi provocar uno de esos famosos sangrados nasales, pero no tenía inspiración. Sin embargo, ahora siento que ahí debería haber pasado algo más, así que, como siempre, lo contare a mi manera.

Advertir antes que nada que contiene lemon y que tanto los personajes como la historia original pertenecen a Yoshiki Nakamura. Yo solo los tomo prestados para crearos más sangrados nasales y gritéis como fans histéricos,¿de acuerdo? ^^.

Con esto, os dejo ya con la historia.






UNA NOCHE PELIGROSA



Kyoko no pudo evitar mirar con cierto temor a Tsuruga-san después de que este lanzara su teléfono a la otra punta de la habitación, comenzando a acercarse a ella de aquella manera tan atemorizante. La ira que brillaba en sus ojos mientras trataba de que negara que la llamada era de Shotaro era más que patente, tanto que parecía ser un aura oscura a su alrededor, espesándose, llevándose el aire del cuarto.

Lo único que pudo hacer ella fue retroceder, retroceder todo lo posible para no ahogarse en aquellos ojos que la escrutaban sin ninguna piedad, sin dejarle ninguna salida, acechándola, acorralándola de tal manera que cayó sobre la cama antes de darse cuenta que tenía esta a su espalda.

Este se colocó sobre ella fuera de su rol, sin ser Cain, sin ser Ren Tsuruga. Siendo una persona completamente diferente, una persona que odiaba con todo su ser la relación, fuera cual fuera, que Kyoko aun mantuviera con Fuwa Sho, paralizándola donde estaba, observándole.

No quería verle así, siendo arrastrado por un sentimiento irrefrenable de odio, un sentimiento que se llevara todo lo que era, todo lo que había conseguido y su alma, así que, solos los dos en aquel pequeño cuarto de un hotel, uso todas sus fuerzas para conseguir girarlo, agarrándolo por el cuello de su camiseta, hasta quedar sentada encima de él, recurriendo al espíritu de Setsu para conseguir traerlo de vuelta.

Tan concentrada en ello estaba que ni siquiera sintió la tensión que se extendió como un rayo por el cuerpo de Ren al sentirla sentada encima de su cuerpo, tratando de calmarse para que no hubiera ``ningún accidente´´. Mogami-san había sido para él tan seductora como la más hermosa de las mujeres desde aquella vez que habían estado practicando para Dark Moon en su casa y la había envuelto entre sus brazos, tratando de protegerla del suelo (capitulo 71 del manga). Toda ella había sido una tentación en sí misma; su tacto, su olor, su calor. Todo alterando sus sentidos, seduciéndole, retándole a hacer algo más, a no soltarla y disfrutarla de la manera en que pudiera.

Y, sin embargo, creyendo que así prácticamente no podría controlarse a sí mismo, jamás habría creído que esta actuara de aquella manera, sentándose sobre él con tanta naturalidad, tocándole, tentándole a reaccionar solo por lamerse el labio superior.

Se sentía como si una diosa de la pasión se le hubiera sentado encima, encadenándolo para ser su esclavo durante el tiempo que quisiera, jugando con él, torturándole.

Y fue aun peor cuando la vio inclinándose hacía él.

-Por favor. No es posible que pueda estar interesada. Estoy segura de que lo entiendes,¿cierto?-murmuraba Kyoko por encima de su cuerpo.

Pero en aquellos momentos, Ren ni siquiera sabía de qué le estaba hablando. Solo sentía el calor del cuerpo femenino sobre el suyo, su peso ligero paralizándose donde estaba, sus sentidos llenos de ella, su fragancia rodeándole. No era capaz de hablar, no era capaz de pensar.

Cuando aquellos labios en los que tanto había reparado antes se posaron sobre su frente, la corriente eléctrica que corrió por él casi le provocó una sobrecarga a sus sentidos, llenándola de ella, eliminando cualquier cosa que podría haber habido antes con la facilidad en que podría purificar cualquier otra cosa.

-¿Nii-san?.

Su voz lo llamaba y no pudo resistirse a acudir, intentando anclarse a sí mismo para no hacer ninguna locura.

-Se quedó ahí.

-¿Qué?.

-La marca de mi beso-le respondió Kyoko con aquella sonrisilla diabólicamente seductora, que podría causarle un shock permanente que le impediría levantarse de aquella cama para siempre.

-Solo es lápiz labial. Desaparecerá inmediatamente-le contestó, tratando de sonar relajado y tranquilo, como si su cuerpo ligero aun no estuviera sobre el suyo.

-¿Quieres que dure más?-le preguntó esta, sonando indiferente, mientras le acariciaba la cara con la comodidad de una amante.

-Sí. Entre más tiempo dure, más tiempo estarán mi cuerpo y mi alma satisfechos porque es la marca que muestra que soy tuyo.

¿Cuánto de verdad había en aquellas palabras?. Desde la aparición de Kyoko en su vida, Ren ni se había molestado en mirar a otras mujeres, ni siquiera a aquellas en las que siempre había tratado de buscar algún alivio, aun sabiendo que tampoco podría hacerla a ella totalmente suya. La sombra de Rick aun era demasiado alargada y su demonio interior no descansaba tranquilo.

-Está bien-murmuró esta, limpiando el pintalabios de su frente.-Entonces.....lo dejaré.....-susurró, arrastrando los dedos por un lado de su rostro, conduciéndolos lentamente hacía su garganta, haciendo que se preguntara si podría sentir sus nervios saltar a través de su piel.-Donde pueda verlo y donde tú.....

Cogió la cremallera que abría y cerraba su camiseta y comenzó a bajarla con una calma y una confianza dignas de una devoradora de hombres, mientras los ojos de Kyoko seguían la trayectoria de aquel cierre. Tuvo que sonreír, satisfecho del cuerpo que tenía, observando como ella lo desnudaba con total calma, haciendo que sus ojos se encontraran por un momento antes de que ella abriera la prenda en dos y volviera a ascender por él.

-Quiero uno que dure para siempre-le informó.

La intimidad era demasiado fuerte, demasiado natural. Era como si su relación siempre hubiera sido de ese modo y estaba intrigado por ver hasta donde Kyoko era capaz de llegar. Él no se resistiría a lo que fuera a hacer. Era Cain Heel y Cain Heel adoraba a su hermana, hiciera lo que hiciera con su cuerpo. Era más, de un modo u otro, lo disfrutaría y guardaría aquel momento en un lugar bien hondo donde solo él lo encontrarse.

Vio como esta se inclinaba hacía su cuello e intentó que su pulso se mantuviera tranquilo, pero.....¡¿cómo iba a conseguir eso durante tanto tiempo si solo sentir aquellos labios sobre su piel ya era una autentica tortura?!. El calor, como se sentían, saber que, ante todo, eran los labios de Kyoko.... ¡Todo eso lo ponía en el limite!.

Sin embargo, se las ingenió para parecer tranquilo mientras se tocaba el pelo.

-Setsu, esto no es una marca de beso. Comúnmente se llama mordisco-le dijo, abriendo los ojos con calma mientras giraba un poco la cabeza, para que observara lo que había hecho.

-Oh-le dijo esta, tan tranquila.-Pero dijiste que querías algo que durara para siempre, así que asumí que, al menos, debía morder-le explicó, cómodamente tumbada sobre su cuerpo, como si su lugar siempre hubiera sido ese.

-Bueno....Creo que puedes tomarlo de esa forma, pero no era eso a lo que me refería- comentó, viendo como ella le limpiaba la marca de su lápiz labial del cuello con un pañuelo.

Mogami-san estaba tan tranquila ante aquello que tendría que haberla aplaudido por ello, pero no podía permitirse salir de la actuación. No cuando aquello estaba siendo tan bueno.

-A lo que me refería con una marca de un beso que durara para siempre era que no quería algo que fuera solo visual, si no algo que se quedara aquí-le dijo, señalándose el corazón.

-¿Tengo que morderte también ahí?-preguntó Kyoko, mostrándose totalmente metida en el papel.

-No debes morder. Debes chupar, fuerte, en el mismo lugar, una y otra vez, obstinadamente, como si gravaras tu deseo por poseerme. Si lo haces así, podrás dejar una marca oscura, ya que causas un sangrado interno bajo la piel-le explicó como si tal cosa, como si en el fondo de él no estuviera hirviendo y deseando por que lo hiciera, poseyéndolo de alguna manera.-Así es como dejas un chupetón.

-Lo sé-le dijo esta, sonriendo como si nada.

Sin embargo, de repente, se recostó sobre su pecho, dejando la cabeza sobre su corazón, al que aun trataba que siguiera latiendo tranquilo, como si ya no tuviera ganas de continuar con aquello. Y eso era algo que Ren no podía tolerar todavía.

-¿Setsu?-la llamó, obligándola a reaccionar.

-El deseo de poseer...... Aun si no lo gravo..... Tú ya eres mío,¿no es así?.

-Por supuesto-afirmó, pensando que, tal vez, la había forzado demasiado. Después de todo, era una joven chica japonesa en sus 17 años, con malas experiencias referente a los hombres. Todo aquello debería estar siendo demasiado grande para ella.

-Pero tal vez sea útil hacer que todos sepan. En ese caso, en vez de ponerlo en un lugar que no se puede ver-susurró, consiguiendo que por poco la piel de Tsuruga-san no se erizase.-Es mejor aquí.¿No es así?-volvió a susurrar, acariciando de nuevo su cuello antes de inclinarse de nuevo sobre él, en el mismo lugar donde le había mordido.

Cuando sintió aquellos labios de nuevo, chupando contra su piel, el calor sobre su cuerpo, derramándose sobre él, un nuevo rayo le traspasó, espesando su sangre, encendiéndolo, robando aire de la habitación, electrificando el ambiente.

-No lo olvides, nii-san. Soy la única que puede entenderte completamente y que, en cualquier momento, mi corazón siempre estará contigo.

Aquel tono seductor, el tacto, la fragancia, ella......Estaba envuelto en Kyoko, en todo lo que era y decía, haciendo que se preguntara por un momento si había algo de verdad en las palabras de esta.

-Sí. No lo olvidaré. Ya no haré nada fuera de lugar como lo de esta noche, nada que te decepcione. Mientras este vivo, lo dejaré como tuyo, mientras tú sigas viéndome por siempre.

La sonrisa que se formó en su cara, la sonrisa que le dirigió y que sabía que transmitía sus sentimientos no podría haberla ocultado incluso en 1000 años de práctica.

Y no fue nada sano para su cordura la sonrisa tierna y, a la vez, encantadoramente tentadora con la que esta le contestó, murmurando un ``Sí, nii-san´´, instándole a hacer algo al respecto, a reaccionar.

No le costó el más mínimo esfuerzo girarla sobre su cuerpo hasta quedar encima de ella, viendo su pequeño tamaño y, aun así, deseando tomarla, asaltarla, sabiendo que Kyoko podría con cualquier cosa que se le pusiera por delante.

-¿Nii-san?.¿Qué pasa?-le preguntó esta, aun luciendo una apariencia perfecta de Setsu, lo cual a él le venía perfecto.

Que siguiera de aquel modo tanto como quisiera. Mientras más siguiera envuelta en su personaje, más tenía permitido tocarla como quisiera, hacer lo que quisiera con su adorada hermanita, sabiendo que no le detendría, que ella debía adorarlo de igual modo.

-No quiero prometerle a Dios que mantendré mi promesa. Pero te lo prometo a tí. ¿Puedo grabarlo en tí?-le preguntó, acariciando la piel cercana a su pecho.-La prueba de mi promesa aquí.

-Prueba-fue todo lo que le dijo, aun con esa cara indiferente.

-Y también te enseñaré directamente como hacerlo correctamente.

Estaba tan cerca de su piel que casi podía rozarla, olerla hasta embotarle los sentidos, sentir directamente la calidez que emanaba de aquella piel.

Pero la manos de esta en su cabeza lo detuvieron.

-¿Por qué me detienes?-le preguntó, de verdad queriendo saberlo, justo cuando ya se hallaba tan cerca.

-¿Enseñarme directamente como hacerlo correctamente?.¿Quieres usar en mi las técnicas que practicaste con alguna otra mujer que ni siquiera conozco?. Eso me molesta-le dijo esta, dirigiéndole una mirada helada expresando, sin lugar a dudas, ese sentimiento, sorprendiéndolo.

Se alejó de él, se puso en pie, ignorando su llamada, y sacó su abrigó del armario, dirigiéndose hacía la puerta mientras se lo ponía.

-Oye....¿A dónde vas?-le preguntó, sonando preocupado, frunciendo el ceño.

¿Por qué había parado las cosas de aquel modo?. Él aun no quería parar.

-Parece que, de la forma que soy ahora, no es suficiente para estar contigo. Iré a practicar. Estoy segura de que afuera seré capaz de encontrar cientos de hombres dispuestos a practicar conmigo-le dijo como si nada, como si aquello no fuera realmente indecoroso.

El cuerpo de Ren se movió antes de que él mismo pudiera notarlo, cerrando la puerta que Kyoko estaba abriendo y apresándola contra su pecho.

Esta observó su rostro molesto.

-¿Por qué estas molesto?. Por supuesto que es una broma. Solo iba a comprar unas cosas-le dijo, tratando de quitar su brazo de la puerta.

Pero este fue inflexible.

Cuando la vio de esa manera, dirigiéndole semejante mirada, de verdad pareció que quería irse de su lado, asqueada ante la idea de que hiciera con ella lo que había hecho con otras. Y, aun así, no quería apartarse, notando aun como su corazón latía como un tambor.

Detenerla de aquel modo, apresada contra la puerta, era sumamente sensual y todos sus sentidos aun estaban puestos en ella, privándole de la capacidad de pensar, de hacer algo que no fuera tenerla sujeta de aquella manera.

-Setsu-la llamó, solo buscando una cosa.

Y ella lo hizo. Con esa calma característica de su personaje, esta alzó la cabeza para mirarle y, aun apoyando los brazos en la puerta, se inclinó hacía ella hasta besarla. Notó como saltó contra sus labios por el contacto, pero ignoró aquello, solo concentrándose en tomar lo que pudiera en aquel momento.

Aquellos labios parecían una almohada para los suyos, tan suaves y flexibles como la seda calentada al sol, y eso solo hizo que sus deseos de tomarla aumentaran aun más. Aunque hubiera conseguido reprimirse durante aquel jueguecito en la cama, ya no podía más. La necesitaba, necesitaba que le diera algo,¡lo que fuera!, pero que, al menos, pudiera degustarla.

Había soñado tantas veces, en la secreta oscuridad de su habitación, que podía tomarla sin reservas que, llegados a aquellas alturas, ni aunque hubieran atado sus extremidades a carretas y tiraran de él conseguirían apartarlo.

Una de las manos que tenía contra la puerta descendió suavemente hasta descansar sobre su mejilla y mantuvo su rostro ahí mientras él giraba el suyo, tratando de tener un mejor angulo para saborearla, tomar todo lo que pudiera.

Kyoko soltó un quejido, pero no supo si era de queja o de placer por aquello, así que Ren solo entreabrió los ojos, observando como esta tenía los suyos cerrados, con el rostro ligeramente coloreado de rojo, pareciendo que la había trasladado a otro lugar.

Para lo seriamente que se había tomado lo de tener su pureza intacta, parecía haberse rendido realmente rápido al beso, sin oponer demasiada resistencia, aunque aun siguiera dentro de su personaje, disfrutando del hecho de que le dejara hacer aquello, que le concediera aquel derecho, precisamente a él, el que se decía continuamente que no podría tenerla aunque quisiera.

Incapaz de detenerse, aun a pesar de esos pensamientos negativos, pasó la lengua sobre sus labios de una manera provocativamente lenta, disfrutando del estremecimiento que la recorrió de arriba a bajo, aumentando el rubor en su cara, mientras las dos pequeñas manos de esta se alzaban hasta su pecho, sin saber si para alejarlo o acercarlo.

-Abre la boca-le ordenó en un susurró, después de lamerla de nuevo de aquella manera que la dejaba temblando.-Abre la boca y dejame tomar algo.

-Ni.....nii-san-murmuró Kyoko, intentó apartar la cara, pero la mano de este se lo impedía, observando como temblaba contra la puerta, pareciendo incapaz de permanecer más tiempo sobre sus pies.

-Solo haz lo que te digo-insistió Ren, bajando su tono, volviéndolo meloso.-Hazme caso.

Y, aun respirando con dificultad, cuando volvió a besarla, Kyoko entreabrió los labios para él cuando volvió a pasar su lengua sobre estos, dejándole total acceso.

Sentirla de aquel modo fue casi extasiante, notando como el calor de ella le envolvía, como su sabor estallaba en su boca, incluso cegándole por un momento. Quería permanecer eternamente suspendido en aquel momento, tomándola, y, al mismo tiempo, quería continuar, llevar las cosas aun más lejos mientras se dejaba arrastrar por la suavidad de su boca, de sus gemidos tímidos que rompían contra él.

Los pantalones de cuero no eran una buena elección ante un momento como aquel, notándose atrapado, y, sin poder evitarlo, inclinó la parte inferior de su cuerpo contra las caderas de Kyoko, que las recibió con un nuevo gemido de sorpresa que acalló con su boca, jugueteando con su lengua. En un primer momento, cuando la había invitado a hacerlo, esta se puso nuevamente rígida, pero con lentas pasadas, retiradas y girándola a su alrededor, no pudo evitar la tentación de imitar tímidamente lo que estaba haciendo en el interior de su boca.

Cuando sintió que la lengua de esta jugaba con la suya, volvió a clavar las caderas contra ella, sintiendo que aquella falda no era ni cuanto menos suficiente para impedirle el acceso. Sus ganas de tomarla se estaban excediendo tanto en la escala que hasta había empezado a calcular como seria la mejor forma de sujetarla para tomarla allí, contra la puerta.

La mera idea de que el personal del hotel pasara y los oyera, sabiendo que la estaba haciendo suya, fue más que suficiente para transformar su sangre en lava liquida, corriendo por sus venas con una lentitud ardiente que iba encendiendo todas las partes de su cuerpo donde la sangre llegara.

Sin embargo, a pesar de que Kyoko no ponía resistencia en aquello, se dijo que esta era una muchacha virgen. No podía tomarla contra la puerta como si fuera un animal, por mucho que la idea le excitara, imaginándola de espalda a él, gimiendo contra la madera.

Puso las manos en su trasero, notando como el aliento de esta se quedaba atascado en su garganta por un nuevo brote de sorpresa y vergüenza, y no le supuso ningún esfuerzo levantarla hasta colocarla sobre su erección creciente, disfrutando de los estremecimientos que la recorrían al acercarla, dirigiéndola hacía la cama mientras colocaba las piernas de ella en torno a su cintura y Kyoko se abrazaba a su cuello, tratando de no caerse, aun con manos temblorosas.

Si en algún momento ella había decidido parar aquello, su resistencia parecía haberse esfumado entre sus brazos y, aun sonriendo débilmente, la llevó hasta su cama, donde momentos antes habían empezado con aquel peligroso juego.

Su pequeño tamaño era tan irresistible para él que no pudo evitar dejar que esta cargara con su peso cuando la recostó en su cama, notando como la falda se subía hasta su cintura, incapaz de no ceder, creando una nueva cuna para su miembro. Si no fuera por aquellos pantalones apretados, no podría haberse resistido a entrar en ella en aquel momento. Sobretodo si gemía como en aquellos momentos, como si cada caricia suya le abriera una herida en la piel, haciéndola temblar.

-Te voy a probar que siempre has sido tú para mi. Solo tú-le susurró Ren a un lado de su rostro, acariciando su oído.-Ninguna otra será nombrada en esta cama jamás. Solo tú.

Esta no pudo evitar contener el aliento al oírle y sus dedos se cerraron sobre aquella camisa abierta suya, como si necesitara anclarse a algo. Así que, aprovechando aquel punto flaco, notando como sus defensas bajaban, la besó a lo largo de todo su cuello hasta ascender de nuevo a sus labios momentos antes de que una de sus manos se interpusiera entre ambos en la cuna de su cuerpo, tanteando.

Kyoko volvió a saltar ante la exploración de sus dedos, alterándose, dándose cuenta de a que grado de intimidad habían llegado, pero Ren no tenía intención alguna de detenerse. Ella había saltado como se esperaría de cualquier chica inexperta, sí, pero no le estaba deteniendo. De tener suerte, seguiría fingiendo que estaban en su papel, dejándole menos oportunidades a esta para que se negara a lo que estaban haciendo.

Los hermanos Heel eran precisamente los adecuados para cruzar cualquier linea, por grande que esta fuera.

-Setsu, te estas tensando.¿Por qué?-le dijo, con la voz mucho más oscura que antes, pero tratando de aparentar que aun tenía algo de calma, haciendo a un lado la ropa interior de esta, haciéndola entender donde se estaba tensando.

-Ni.....ii....san-fue todo lo que esta pareció capaz de murmurar, intentando abrir los ojos para mirarle.-Yo........una......ducha.

Incluso en una situación como aquella, en la que claramente Ren no iba a parar hasta tenerla, su vena japonesa salía a la luz, con aquella idea de lavarse antes de entregarse a un hombre para ir limpia hasta él.

-No. Aquí. Ahora-fue toda la respuesta que le dio, explorándola con mayor atención, observando en donde se relajaba, donde y como se excitaba más, en que momento podía hacer que se perdiera mientras ella solo parecía capaz de buscar aire en cualquier parte, desesperada, atrapada en sus sentidos, conociendo todo aquello nuevo para ella.

Kyoko gimió entre sus brazos como una niña, negando contra las almohadas, como si se negara a dejarse ir. Pero Ren quería verla, quería ver como se perdía, quería ver cuanto de verdad había en sus fantasias, en las que más de una vez había soñado con tenerla de aquella manera.

Un punto especialmente sensible la hizo arquearse en la cama y Ren le dio un beso en los labios como recompensa, animándola a que siguiera mostrándose, que no pasaba nada malo en demostrar lo que estaba sintiendo y que él estaba esperando por ello.

Con la mano libre, trato de quitarle la camiseta, pero con solo una y ella corcoveando en la cama, la tarea se hizo, cuanto menos, imposible. Así que optó por lo único que podía hacer. Tomó un puñado de tela en un puño, notando como ella se acercaba cada vez más a su final y, cuando los temblores de placer se la llevaron, tiró con todas sus fuerzas, arrancando la prenda.

Kyoko gritó, pero no supo si era debido a lo uno o a lo otro, dándose cuenta que le había arrancado el sujetador junto con la camiseta.

-Mi.....ropa-murmuró esta, sonando escandalizada cuando consiguió darse cuenta de su reciente desnudez, intentando taparse de la vista de este con los brazos.

Sin embargo, en aquella ocasión, una sola mano fue suficiente para que Ren pudiera retenerla, colocándole las manos apresadas en su puño por encima de su cabeza, dejándola totalmente indefensa ante él.

-La ropa no importa. Te compraré más, toda la que quieras.

-Ese.....¡Ese no es el problema!-gritó, notando como los labios de Tsuruga comenzaron a descender por su mentón, pasando por su cuello hasta que, lentamente, llegó a sus pechos, torturándolos con pasadas ligeras antes de tomarse aquello en serio y empezar a amantarse de ella.

Cuando los tomó entre sus dientes, esta volvió a gritar, pero por la forma en la que se arqueó y en lo que sentía en su centro, aquello no la disgustó tanto como quería dar a entender.

-¿Donde más debería lamerte?-le susurró, aun acariciando su cuerpo con lentas pasadas de sus manos, dejando que el deseo volviera a crecer en ella, atenazándola. Los temblores de excitación habían vuelto, aun bajos, pero visibles.

Pero ella negó con la cabeza, tratando de alejar sus manos.

-Esto......no.......

¿Quería pararlo, ahora, cuando habían llegado a aquel punto?. Solo mirándola de aquella manera, en su cama...... Sabía que aquella imagen no se borraría de su mente fuera lo fuera lo que le ocurriera en el futuro, cumpliendo sus deseos de poseerla, de tener algún tipo de derecho de reclamarla, de decirles abiertamente a aquel idiota niñato de Fuwa Sho y aquel acosador cantante que no se atrevieran a volver a acercarse a ella, ya no como su kohai, si no como algo más serio.

Pero..... Kyoko no lo vería así si no hablaban de ello, si no terminaban lo que allí había empezado, dejando todas las cosas claras. Le debía demasiadas explicaciones, demasiada información que la dejaría anonadada, pero que debía saber.

Descendió por su cuerpo hasta colocarse entre sus piernas, colocando las manos sobre las caderas de esta, tratando de que no se moviera, pensando que ya habría tiempo más tarde para resolver todo eso.

-¡¡¡Tsuruga-san!!!-gritó ella cuando notó su aliento contra su centro, saliendo totalmente de su personaje ante aquel acto tan intimo.

Sin embargo, en vez de parar por ello, le dedicó una sonrisa maliciosa antes de sacar su lengua y lamerla por un momento, notando como aquel pequeño cuerpo rompía en una sucesión de nuevos temblores mientras sus manos salían despedidas a su cabeza, tal vez, en un primer tiempo, para apartarlo.

Pero, cuando se colocó mejor, observándola por encima de su cuerpo, semi desnuda, solo con la falda aun enrollada en sus caderas, vio que, si en algún momento había deseado pararlo, ya no podía. Aquellas manos en su pelo se transformaron en puños, pero los quejidos de ella que llegaban hasta sus oídos sonaban débiles, abandonados. No tenía fuerzas para apartarlo mientras siguiera lamiéndola de aquella manera y, a pesar de su vergüenza, cuando trató de acercarse más a su cuerpo, abriéndose hueco con sus hombros, ella abrió más las piernas. Sin duda, de manera inconsciente, pero lo hizo.

Como premio por su iniciativa, tomó aquel botón sensitivo entre sus labios y trabajó sobre ella, disfrutando como se veía, como se agitaba y gemía, como trataba de agarrarse a las sabanas mientras trataba de no dejarse arrastrar por lo que le hacía. Y, aun con todo, aun a pesar de que parecía que abusaba de ella, sabía que le estaba gustando.

-Dime mi nombre-le ordenó, levantando la cabeza de entre sus piernas.

-¿Qué?-murmuró ella, notando sus ojos nublados, tratando de enfocarlos en él, observando aquellos labios hinchados por sus besos, aquella piel sonrojada donde no había dejado nada sin tocar.

Su miembro saltó, recordando que seguía allí, notando como su control se perdía aun más y no conseguía que su voz sonara normal. Incluso oyéndose, sabía que debía parecer algún tipo salvaje que la estaba asaltando sin piedad, sin poder parar.

-Dí mi nombre. Cuando este entre tus piernas, quiero que digas mi nombre.

Esta asintió de manera vaga, como si no lo hubiera oído pero hubiera sabido que aquello era lo que quería que hiciera.

Acomodándose de nuevo, volvió a tomarla. Primero, en lentas pasadas para destrozarle los nervios, viendo como aquella piel clara se coloreaba de rosa. Después jugueteó con su nido de nervios, viendo como esta no podía dejar de arquearse, teniendo que tomar su trasero en una mano para tratar de que no se alejara de su boca mientras la trabajaba. Y, finalmente, oyendo que todo lo que hacía era gemir, paseó su lengua cerca de la entrada de esta, notando como su cuerpo se tensaba al notar la pequeña invasión.

Sin embargo, para torturarla y obligarla a decir su nombre como quería, no hizo nada más que pasar su lengua una y otra vez por encima, dejándole un indicio de lo que le daría si hacía lo que le había dicho.

El cuerpo de Kyoko se relajó en sus brazos e incluso llegó a mover las caderas, como si le invitara a continuar, pero todo lo que Ren hizo fue eso, pasar por encima de ella, tentándola pero sin darle lo que quería hasta que él no obtuviera su parte. Esta llegó incluso a alzar la cabeza de las almohadas hacía él, tratando de averiguar por qué no seguía, encontrándose con dos pares de ojos que parecían brillar en la oscuridad, centrándose en su rostro, quemándola.

``Dilo. Sabes que quieres que continué, así que solo tienes que decirlo´´.

Vio como esta tragaba mientras volvía a recostarse, notándose como luchaba con ella misma. Su orgullo estaba batallando con la pasión en aquel momento, demostrando que su carácter no era algo que debía perderse de vista, pero, tras lo que pareció una batalla épica, aquellos ojos dulcemente nublados volvieron a centrarse en él.

-Tsu..... Tsuruga-san.

El escalofrío que le recorrió la espalda al oírla decir con aquel anhelo su nombre hizo que se recordara que él también estaba en aquello, pero, a pesar de las buenas intenciones de Kyoko, aquel no era el nombre que quería oír salir de sus labios en una situación como aquella.

Tomando su parte sensitiva entre los dedos, jugó con ella mientras su lengua apenas se dejaba notar por encima de su cuerpo, obligándola a cerrar los ojos cuando nuevos temblores la recorrieron de arriba a bajo, abriendo aun más sus piernas.

Sin embargo, pareció molesta cuando volvió a mirarle, casi haciéndole reír contra su cuerpo, sabiendo que aquella tortura estaba empezando a matarla.

-Ren, por.....por favor-murmuró de pronto, ondulando de nuevo sus caderas.

Y este se congeló en el lugar. Pensaba que el escalofrío que había sentido antes había sido fuere, pero ante la mención de su nombre, pareció que los temblores que la abatían habían entrado en él, teniendo que sujetarse a las piernas abiertas de esta para tratar de tomar fuerzas y controlar la parte baja de su cuerpo, cerca de explotar.

La miró una ultima vez, notando como ella dudaba de haberlo hecho bien. Pero su lengua en su centro fue más que suficiente para saber que aquello era lo que había querido. Volvió a trabajar sobre ella, notando su propia necesidad creciente, buscando su ultima liberación antes de atreverse a deshacerse de sus pantalones. Las manos de esta volvieron a su cabello y los gemidos volvieron a recorrer la habitación.

Cuando estaba cerca de su final, trató de cerrar las piernas, tensándose mientras su cuerpo se preparaba para lo que venía, pero los hombros de Ren, se lo impidieron. Gritando su nombre, una fuerza tiró de ella, todo se transformó en luz tras sus ojos cerrados y tuvo la impresión de que el aire le era arrancado de los pulmones mientras una sensación de saltar en pedazos se apoderaba de su cuerpo.

Al poder volver a tomar aire, vio como este ascendía por su cuerpo, ya sin la camiseta, arrastrándose hacía ella como un león, con aquellos brazos moviéndose lentamente mientras se acercaba, ocupando todo su campo de visión. Todo lo que podía ver era a este; su rostro, su cabello despeinado por sus propias manos, aquel pecho espectacular que tendría que atemorizarla aunque solo fuera un poco. Pero, llegados a aquellas alturas, sintiéndose dulcemente cansada, no podía temer nada de lo que le hiciera.

Aunque en un primer momento se había mostrado autoritario, seguro, fuerte, tomando el control de todo, no había nada que, en realidad, la hubiera asustado. ¿Sorprendido?. Desde luego, pero este no la había hecho daño en ningún momento, tratándola como si fuera algo muy valioso, como si pudiera romperse entre sus manos si no llevara cuidado, aunque en cierta forma sí se había roto, así que no podía sentir miedo mientras que lo veía acercarse.

Moldeó sus labios con los de él cuando Ren la besó de manera posesiva, soltando un gemido de satisfacción masculina cuando no sintió ninguna resistencia por su parte. A aquellas alturas, su mente apenas era una masa capaz de hilar dos palabras seguidas y su corazón latía de tantas formas diferentes dentro de su pecho que ya no estaba segura de lo que sentía. Sin duda, estaba demasiado abrumada por él, por el cuerpo masculino, por su olor, por aquellos ojos que no se apartaban de su rostro en ningún momento.

Ni siquiera se atrevió a pensar que pasaría después de aquella noche, con qué cara podría mirarle y hablar delante de la gente.

Los labios de Ren a un lado de sus labios la centraron en aquel momento, notando de nuevo a aquellas caderas dando contra ella, tocando algún punto en su interior que la hacía sentirse como si fuera a derretirse en cualquier momento, disfrutando de su peso sobre ella, de la extraña sensación de ser asaltada sin remedio, sin que él mismo pudiera controlarse.

-Kyoko-susurró Ren, haciendo que todo su cuerpo volviera a estremecerse, como si aquellas emociones no fueran a acabarse nunca.

Cogió una de sus manos, tomándola por la muñeca, conduciéndola a su entrepierna, haciéndola saltar cuando sintió el miembro de este contra la tela y sus dedos. Estaba....caliente y, de forma extraña, parecía tener incluso vida propia.

-Abre el pantalón-le ordenó este, aun manteniendo su mano en el lugar, sujetando su muñeca.-Quita el botón y baja la cremallera con mucho cuidado.

Aun tragando saliva, ella trató de hacerlo, pero ya no había ningún hueco en aquellos pantalones, así que el botón era difícil de soltar. Tuvo que recurrir a las dos manos, intentando no mirar a este a los ojos, para conseguir que, finalmente, el botón cediera y la cremallera bajó sin dar mayores problemas.

Este volvió a besarla en la comisura de la boca, como si fuera alguna clase de premio al buen trabajo, y fue él mismo quien se bajó estos, junto con su ropa interior, sin dejar de mirarla, mientras Kyoko miraba para otro lado, sintiendo su rostro tan encendido como si le fuera a explotar en cualquier momento.

Había visto el cuerpo de Tsuruga san varias veces ya en su papel de Setsu, teniendo que ir siempre al baño a buscarlo cuando se tardaba demasiado. Pero aquello era totalmente distinto. En aquel momento él iba a tomarla y no era en absoluto aquel Cain Heel de baja tensión que se dedicaba a hacer muñecos de espuma en la bañera. Era el hombre que quería hacer con ella aquello que Kyoko siempre había supuesto que solo deberían hacer los matrimonios.

Desde luego, no estaban casados, pero tampoco tendría voz para decirle sus ideas en aquel momento, notando como este hociqueaba a un lado de su rostro, haciéndole cosquillas en la piel y, a un mismo tiempo, despertando todas sus terminaciones nerviosas de nuevo, notando como la olía, como la lengua de este tomaba la salinidad de su piel mientras aquellas caderas, ahora desnudas, descendían sobre ella.

Sujetarse a sus hombros pareció lo más natural cuando lo sintió en su entrada, girando la cabeza para mirarlo porque la mano de este la acariciaba. La mirada de Ren se había hecho más pesada, más intensa y posesiva mientras se iba hundiendo en ella y, aun así, no pudo apartar la vista de sus ojos, notando al mismo tiempo la tirantez de su interior.

Cuando un gemido de dolor se formó en su garganta, Ren volvió a alzarse sobre ella, cogiendo su rostro entre las dos manos, intentando que siguiera mirándole, que se concentrara en sus ojos.

No sin cierto trabajo, pudo conseguirlo y, cuando este estuvo totalmente en su interior, fue cuando se sintió por completo asaltada, tomada, como en una de aquellas novelas inglesas de época donde la protagonista siempre es raptada por un apuesto pirata. Sin lugar a dudas, en aquella ocasión, Ren era aquel personaje, retirándose con cuidado, estudiando su reacción, solo para volver a hundirse.

La situación debería haberla abrumado, sus piernas tendrían que sentirse doloridas al encontrarse tan abiertas para acogerlo, pero, de algún modo sorprendente, no se sentía así en absoluto. Solo podía agarrarse a aquellos imponentes hombros desnudos mientras de sus labios empezaban a escapar nuevos gemidos de placer, obligándose a cerrar los ojos para conseguir sentirlo todo.

Aprovechando eso, Ren volvió a besarla, asaltando su boca como había empezado a hacer con su cuerpo, el control roto hacía tiempo, poseyéndola y, aun así, sintiendo que estaba haciendo lo adecuado, para lo que estaba hecho y para lo que ella estaba hecha también. Se sentía tan natural estar entre sus piernas que un rápido pensamiento de un Dios que se dedicaba a formar parejas antes de existir se le pasó por la mente.

Pero Kyoko volvió a gemir, ondulándose bajó él, y todo lo que estaba pensando se borró de pronto.

Solo pudo seguir tomándola de aquella manera que rallaba con lo salvaje, viendo que tan rápido podía llevarla hasta una nueva liberación, notando la tensión que se había formado en el interior de sus muslos, haciendo que su piel temblara mientras notaba todos sus nervios tensándose, cercano ya a su propia liberación.

Cuando la sintió irse, gritando de nuevo su nombre, lo más natural fue seguirla, aprisionándola entre sus brazos, dejando escapar los gemidos que él mismo había estado conteniendo, abrasando su pecho, sintiendo una fuerza parecida a la de ella arrastrándole a algún lugar que no tuvo el tiempo necesario de discernir.

Solo supo que, cuando consiguió tomar aire y abrir los ojos, estaba aplastando a Kyoko con su peso, aun manteniendo la cabeza de esta entre sus dos brazos flexionados, solo a unos centímetros de sus labios.

Esta respiraba por los labios entreabiertos, necesitando la mayor cantidad de aire posible, pero supo que se debía más a su cansancio que a su cuerpo sobre el suyo. Lo más caballeroso hubiera sido hacerse simplemente a un lado, devolviendole su espacio, pero, tras lo que habían vivido, lo que menos quería hacer era apartarse de ella. De eso estaba cien por cien seguro.

Escondió el rostro en el hueco que había entre el cuello y el hombro de ella, tapándose a ambos con las sabanas y, antes de darse cuenta de la respiración lenta y pesada que Kyoko había empezado a hacer poco después, Ren no tardó en quedarse dormido.

….......

Por la mañana, cuando Kyoko consiguió abrir los ojos, se encontraba atrapada por unos brazos masculinos, de lado, sintiendo el calor de aquel cuerpo a su espalda, en la conocida postura llamada ``la cuchara´´ y todo lo sucedido en la noche anterior asaltó su mente con tal fuerza que casi llegó a sentirlo como un puñetazo.

Alterada, intentó liberarse de aquellos brazos, recordando perfectamente a quien pertenecían. Sin embargo, a pesar de que trató con todas sus fuerzas de salir de allí todo lo avergonzada que en ese momento se encontraba, aquellos brazos no cedieron ni un milímetro. Para ser más justo, incluso la apretaron aun más fuerte, impidiendo que se moviera del sitio.

-Veo que siempre te despiertas con energías por las mañanas-le susurró la voz de Tsuruga san junto al oído, haciendo que un nuevo brote de vergüenza y temblores la asaltaran.

Recordando la noche anterior, supo que lo sucedido había sido tanto obra suya como de él y, sin embargo, este parecía encontrarse totalmente calmado.

-Por.....por favor.¿Po....podrías soltarme?-le preguntó, apenas con hilo de voz.

-Sí, me importa. Y aun no quiero-fue toda la respuesta que recibió, notando como Ren colocaba la cabeza sobre su hombro, acariciando su oído con los labios.

¡A la luz del día aquello parecía mucho más vergonzoso!. El nivel de rojo en la cara de Kyoko tendría que ser nombrado como un nuevo color.

-A....ayer....-volvió a murmurar, tratando de encontrar su voz, pero apenas fue capaz.

-No hicimos nada que ninguno de los dos no quisiéramos haber hecho,¿no?-le preguntó este, notando contra su mejilla como ella asentía.-Pues entonces no hay ningún problema.

-Pero.....

-¿Piensas que soy ese tipo de hombre que esta con una mujer una noche, sin más?. Creo recordar que hace tiempo hablé con un señor pollo sobre la mujer que amo.

-¡¿Sabes que era Boo?!-exclamó Kyoko, tratando de mirarlo.

-Lo sospechaba porque vuestros caracteres se parecían, pero gracias por confirmármelo.

Ren tuvo que contenerse para no echarse a reír ante el rostro nuevamente avergonzado de ella.

-¿Recuerdas que dije que era una chica de preparatoria y de todas esas cosas que eran increíblemente similares a ti?.

Kyoko asintió, pero, ante ninguna reacción en particular, Ren suspiró.

-Estoy diciéndote que eras tú.¿Cómo no pudiste darte cuenta?-le preguntó, sonando apesadumbrado.

-¡¡¡Yo!!!-exclamó esta, tratando de mirarle de nuevo.

Pero Ren la aferró con fuerza contra su pecho de nuevo, ocultando la cabeza en su cuello, soltando un nuevo suspiro contra la piel de Kyoko.

-Por eso era tan difícil taparlo. Eres tan ingenua e inocente que invitas, sin saberlo, a todos los lobos para que salten sobre tí.

-¡Eso no es cierto!-exclamó esta.

-¿Y?.¿Qué sientes tú por mi?-le preguntó este de manera directa, dejándola paralizada entre sus brazos.

Kyoko se mordisqueó los labios, pareciendo nuevamente nerviosa, y su rostro adquirió un color aun más oscuro. Entre sus manos pudo sentir como se le había disparado el pulso aun más y como su corazón parecía estar marcándose una de las sambas que tanto gustaban al presidente.

-Yo......yo.......etto........yo......

Estaba tan nerviosa que hasta volvía a temblar, así que, sintiéndose generoso, le dio un beso en el cuello.

-Esta bien. Ya entendí. Después de todo, hay muchas cosas más que aun tengo que contarte.

-¿Muchas cosas?.

-¿Recuerdas tu encuentro con Kuu san y como este hablaba de su hijo Kuon?.

Kyoko asintió, frunciendo el ceño, tratando de ver a donde quería dirigirse, y Ren tuvo la impresión de que aquella iba a ser una muuuuuy larga jornada de cama.



Fin.

A las 3:47 de la madrugada he ido a terminar este fic con la esperanza de que mañana viernes, aunque ya es viernes oficialmente, vaya a la biblioteca a subirlo.

Pensaba que lo terminaría mucho antes, pero la larga sesión de escenas explicitas me estaba dejando sin fuerzas y no conseguía unir bien una escena con otra. Además, hoy echaban Grimm, así que de 12 y media hasta las 2, ya que los otros capítulos ya los había visto, he estado viendo la tele. La serie me encanta, así que, a pesar de mis ganas de terminar el fic, he tenido que hacer una pausa. ¿Soy la única que encuentra encantadoramente encantador a Monroe, a pesar de ser un lobo?. Será que los lobos son mi debilidad, como siempre.

Pero volviendo al tema. Como el manga no esta terminado, he tenido que dejar de nuevo ese final abierto porque, de otro modo, seria una novela más que un fic. Ren y Kyoko me encantan, así que no tengo ninguna duda de que acabaran juntos. Solo he querido hacer esto para autosatisfacción mía y para placer vuestro.


Como siempre, si os ha gustado o no, solo tenéis que dejar un review y trataré de contestarlo. De la misma forma, espero que os mantengáis sanos y nos seguiremos leyendo en las próximas historias que vaya haciendo. Bye.^^



¿Ángel o Demonio?

Buuuuenas a todos. Creo que es la primera vez que escribo una historia en Walflower ( o como todos lo conocemos: Yamato Nadeshiko Shigi Hege) y no ha sido por falta de ganas. Por x o por y, nunca se me ha ocurrido una historia que hacer porque Kyouhei y Sunako nunca se habían llevado lo suficientemente bien como para hacer una historia que me resultara creíble. En la serie seguían peleándose a pesar de notarse que Kyouhei la tenía en alta estima y, en el dorama, el actor no es que me matara (yo habría puesto a Hayami Mokomichi, por lo alto y algo moreno, siempre he visto algo moreno a Kyouhei ya que va siempre medio en bolas por las casa, y porque me encanta) ademas de que la forma en la que admite que la ama es muy tonta y al final siguen como al principio.

Por eso me puse y descargue el manga hasta el capitulo 130 y simplemente he quedado encanta. Los cambios que se han producido entre ellos dos, como Takenaga y Ranmaru se iban abriendo, como Yuki se hacía más maduro..... Y pude pensar en dos historias.

Esta se basa en el capitulo 110 del manga y casi me dio algo mientras lo leía. Como siempre, advertir que contiene lemon, así que no es recomendado para menores de 18. También que los derechos de los personajes y la historia pertenecen a Tomoko Hayakawa. Yo solo los tomo prestados para hacer este final que me hubiera gustado ver en el capitulo. Disfrutadlo y hablamos luego.





¿ÁNGEL O DEMONIO?



Estúpida Nakahara Sunako. Enfermarse en pleno verano, pensó Kyouhei con disgusto, caminando por los pasillos de la silenciosa mansión como si quisiera provocar un terremoto a cada paso.

Por un momento, cuando la había oído decir que prefería la muerte a ser atendida por él, sintió como si una especie de espina se le hubiera clavado en el pecho, pero se obligó rápido a sacar eso de su mente.

Ranmaru le encargó que la tratara bien y solo Kami-sama sabría lo que ocurriría si los chicos se enteraban de alguna metedura de pata.

Fue a la cocina para preparar la avena, pero cuando al primer intento estuvo a punto de incendiar la cocina hasta sus mismos cimientos, pensó que lo más sensato seria encargar la comida a algún local que quedara cerca, buscando alguna dirección en los cajones de la cocina, donde los chicos solían haberlos guardado anteriormente.

Cuando esa tarea estuvo en marcha, fue a buscar las medicinas, dejándole tiempo más que de sobra a esta para que se cambiara.

Sin ella por la casa, cocinando o limpiando, esta en verdad se sentía extraña y falta de vida. Y eso le volvía a crear una sensación ligeramente punzante en algún lugar del pecho.

El timbre de la puerta le salvo de seguir analizando esas ideas y, colocándose en trapo en la cara para evitar que lo viera fuera quien fuera el repartidor, cogió algo de dinero y se dirigió a abrir la puerta.

-¡Aquí esta su entrega de avena!-exclamó un alegre joven. Pero, al ver la cara tapada de este dando manotazos para tratar de agarrar la bolsa, pareciendo un zombie, la cara de este se descompuso, le dio la bolsa, aceptó el dinero y la inclinación de cabeza de Kyouhei y se fue de la mansión Nakahara con ganas de llorar y con deseos de que jamás hicieran un pedido desde aquel lugar.

Una vez dentro, Kyouhei se quitó el trapo y lo tiró en cualquier rincón, contemplando la bolsa entre sus manos con una sonrisa.

-¡Misión de comida, completada!-canturreó, alzando un puño.

Pero sin nadie para que lo viera y admirara su esfuerzo, resultaba ridículo, así que solo volvió a la cocina, puso la avena en un plato, el plato sobre una bandeja junto con la medicina y fue a la habitación de esta.

``Después de tanto trabajo, me debe un montón de raciones de camarones´´, pensó, sabiendo que ella no podría negarse en ocasión, luciendo una sonrisilla maligna en el rostro.

Con las manos ocupadas no pudo llamar a la puerta, pero con el codo consiguió bajar el tirador de la puerta y entrar.

Ante su sorpresa, se encontró con el cuerpo de Sunako en un rara posición hacía el suelo, como si se hubiera desmayado en algún momento mientras se cambiaba, sucumbiendo a la alta temperatura que la abrasaba.

Había sudado muchísimo y las prendas se le habían pegado a la piel, su cara decía que estaba aun peor que momentos antes y, de seguir de aquel modo, Kyouhei tendría que acabar cambiándole hasta las sabanas.

Pero, recostándola mejor en la cama, pensó en lo que podía ocurrir si Sunako le pillaba haciendo algo, creyéndola dormida.

-Si me tapo los ojos, no habrá problemas, ¿no?-se le ocurrió de pronto.

Y, diciéndose que había sido una buena idea, fue a por un barreño con agua fresca y buscó por el cuarto uno de los pañuelos con calaveras que ha esta tanto le gustaban. Si tenía los ojos tapados, aunque despertara, no podría reprocharle nada ni tendría porqué golpearlo.

Vendándose los ojos, se subió a la cama, poniéndose sobre el cuerpo de Sunako, solo sabiendo que era ella al notar el calor del cuerpo debajo.

Notó un ligero temblor en las manos cuando comenzó a alzar la camiseta de esta por su cuerpo, pero se dijo que bajo él solo estaba la chica tenebrosa, esa muchacha que se desangraba por la nariz cada vez que lo veía, aquella que tenía una sonrisa tan terrorífica que todos se echaban a llorar cuando la veían. Los pantalones y la ropa interior consiguieron abandonar su cuerpo al tiempo que Kyouhei trataba de tranquilizar a su corazón, que bombeaba como un tren en marcha.

Mientras trataba de enfrascarse en aquella tarea para no pensar en nada, notó el momento en que esta despertó. El cuerpo de Sunako se tensó y, poco después, su grito invadía y hacía que toda la casa retumbara.

-¡¿Vas....vas a matarme?!-le preguntó esta, tratando de huir de él.

-¡¿Eres estúpida?!.¡No tenía opción!.¡Necesitabas cambiarte de ropa!-le gritó él a su vez, alzando los brazos, tratando de no parecer tan nervioso como se sentía.

-¡¿Cam....cambiarme de ropa?!.¡Puedo hacerlo yo sola!-le aseguró ella, tapándose hasta el cuello con las sabanas.

-No, no puedes. Por eso estoy haciendo esto.¡No te miraré ni te tocaré!. Si esto continua, tu salud empeorará. Anda, estira tu mano derecha.

Sunako lo miró por unos instantes confusa, aun recordando el sueño tan vivido que había tenido de los dos bajo la lluvia, besándose, pero notaba su propio estado de salud, así que, a regañadientes, estiró el brazo hacía el ciego Kyouhei.

-Aquí esta-le murmuró y se dejó hacer mientras la lluvia repiqueteaba contra los cristales, creando un sonido de fondo que parecía alzar el ambiente.

Kyouhei le secó la cabeza, los brazos, el pecho, las piernas, tratando de calmarse, diciéndose que aquello no era tan erótico como parecía. Sin embargo, la imagen de ella, cuando había entrado en su cuarto luciendo únicamente un collar alrededor de su cuello, sentada sobre él, volvió a su mente con la fuerza de un mazazo y notó como su cuerpo volvió a temblar ligeramente.

-Mmmm....Perdona por decirte esas cosas tan groseras hace un rato-volvió a murmurar ella, notando como ella tampoco estaba del todo cómoda con la situación.

Pero....¿qué chica estaría cómoda desnuda delante de un chico, por mucho que este tuviera los ojos vendados?. Y se regañó interiormente por estar pensando en ella como en una chica en un momento como aquel, donde menos debería hacerlo.

-Si. No importa. Estoy acostumbrado de todas formas. Normalmente dices cosas aun peores.

-Perdón-susurró Sunako aun más bajo.

-Está bien. Solo recuperate y hazme algo de comer-le dijo, tratando de lucir una sonrisa.

Pero su corazón latía tan fuerte y duro en su pecho que sabía que, por fuerza, esta tendría que ver como lo estaba golpeando contra la piel. A no ser......que su vista hubiera ido a parar entre sus piernas cruzadas, observando el ligero bulto que se habría formado contra la bragueta de sus vaqueros.

Por mucho que se hubiera dicho una y otra vez que Nakahara Sunako era lo menos parecido a una mujer que alguna vez pudiera encontrar, imágenes de ella asaltaban su mente. Ella sobre su cuerpo desnuda era la más recurrente, pero también como defendía a sus amigos o aquello en lo que creía, como podía mostrar una imagen perfecta de dama o rompedora si era por el bien de su tía, incluso salvaba a unos abusones de las llamas sin tener en cuenta lo que podía ocurrirle a ella misma. Había visto como se desvivía con los hermanos pequeños de Yuki, siendo la imagen perfecta de madre que Kyouhei siempre deseó, el tipo de mujer que querría a sus hijos y los defendería fuera como fueran.

Todas aquellas cosas lo golpeaban una detrás de otra, sin permitirle tranquilizarse, secándole la boca mientras notaba la piel suave bajo los dedos, sabiendo que aquella limpieza ya estaba durando más de lo que debería. Y, aun sabiéndolo, no podía parar.

-Tumbate. Así sentada no pudo secarte bien-le dijo, sabiendo que aquello no era cierto en absoluto.

Sin embargo, notó como Sunako asintió y se recostó contra las sabanas. Completamente desnuda, le recordó una vocecilla en su cabeza, a la que no pudo identificar.

¿Por qué?.¡¿Por qué se habían ido los chicos y los habían dejado a solas, sabiendo que siempre ocurrían cosas extrañas entre los dos cuando estaban sin ellos cerca?.

Pero sus manos siguieron en la tarea, notando como Sunako seguía estando un poco rígida bajo él. Se había tenido que alzar sobre su cuerpo para limpiarla, igual que había estado antes de que despertara, pero ahora era diferente. Ahora ella estaba despierta, le miraba, sabía lo que estaba haciendo y, a pesar de la desnudez, le permitía que lo hiciera.

Maldito su corazón, porque había comenzado a latir aun más fuerte y notaba su respiración más pesada, como si sus pulmones se hubieran encogido o faltara aire en la habitación. Sus manos también habían comenzado a volver a temblar y tenía aun más calor que antes, pensando si esta no le estaría pegando algo.

Pero lo que más le sorprendió fue notar como Sunako también empezaba a temblar bajo él, conteniendo la voz, enviando disparos electrizantes por su cuerpo hasta la unión entre sus piernas, erizando su piel y acelerando aun más sus latidos.

Ni siquiera sabía porqué esta lo estaba torturando de aquella manera hasta que notó que tenía la toalla sobre sus pechos, pasándola una y otra vez, seguramente haciéndole alguna clase de rozadura sobre la piel sensible.

-Perdona.¿Te estaba haciendo daño?-le preguntó, dejando la toalla a un lado.

Notó como esta negaba con la cabeza, pero aun le costaba respirar y alzó las manos hacía sus pechos.

-¿Es.....es necesario limpiar todo con.....tanta insistencia?.

La voz baja de esta, algo más tímida de lo normal, sonando casi inocente, hizo que nuevas corrientes le recorrieran. E imaginar que era Sunako fue aun peor, sabiendo que, de tratarse de otra mujer, solo sentiría repulsión.

-Claro....que es necesario. Tienes que estar bien limpia para poder vestirte. Además, estas tan débil que no lo puedes hacer tú misma, así que no protestes.

-Se sentía.......se sentía raro cuando has.....hecho eso-murmuró ella, recuperando un poco de su tono normal.

-¿A qué te refieres?-le preguntó Kyouhei, congelado sobre ella, preguntándose por un segundo como luciría bajo él.

Cientos de chicas se le habían presentado de las maneras más extrañas y pervertidas que jamás creyó contemplar en toda su vida, consiguiendo colarse en ocasiones hasta en su propia casa, pero era la primera vez que realmente tenía deseos de ver el cuerpo de una mujer. Lo único que impedía esa visión era una simple venda que le cubría los ojos, una venda que podría retirar en cualquier momento.

Tuvo que obligarse a tragar saliva, tratando de serenarse.

-No sé. Era como.....como una corriente.¡No me hagas tener más calor o me derretiré!-se quejó esta, dando un golpe con los puños en la cama.

¿Estaba queriendo decir que se había excitado cuando le había hecho aquello?. Una chica como ella, que se había encerrado en la oscuridad al haber sido rechazada en la secundaria desde luego no había tenido tiempo de saber que era el deseo. Pero saber eso, que su toque había provocado eso..... De seguir de aquel modo, perdería la razón.

-¿Esto es lo que se ha sentido raro?-le preguntó, alzando la mano hasta notar algo suave y lleno contra su mano.

Palpando lentamente, encontró el botón apretado y, tomándolo entre dos dedos, lo apretó y jugó con él, notando como el cuerpo de Sunako se tensaba, volviendo a contener la voz. Las piernas bajo él se movieron y pareció retorcerse un poco.

¡Quería verlo!.¡Quería ver como lucia esta bajo aquella exploración, como lucia ante unas sensaciones que no habría experimentado jamás!. Su miembro palpitaba dentro de sus pantalones solo imaginándose como ella aparecería bajo él. Pero no podía hacerlo. Sunako se dejaba hacer aquello porque confiaba en que no fuera nada raro y porque no la estaba viendo. Si se retiraba la venda, se acababa el juego.

Aun conteniendo el deseo que él mismo sentía, siguió jugando con ella hasta que consiguió oírla gemir, incapaz de contener su voz por más tiempo, pasando de un pezón a otro solo para notar más de aquellos estremecimientos y aquellos jadeos.

-¡¿Qué estas.....qué estas haciendo?!.¡Ahora......se siente más fuerte!-exclamó ella, sonando como un animal herido, sin poder dejar de agitarse.

-Y seguro que puede ser mejor-murmuró, notando la voz ronca mientras se inclinaba hacía donde, suponía, estaba el pecho de esta.

Pudo tomar un pezón entre sus labios, notando como lo que parecía su ultimo atisbo de racionalidad se rompía, sujetando los brazos de Sunako cuando esta trató de apartarle la cabeza.

-¡¿Qué estas haciendo ahora?!.¡Suéltame!.¡Solo lo estas haciendo peor!.

-Los resfriados se pasan más rápido cuando pasas por cosas que te hagan sudar mucho, como ejercicio-murmuró Kyouhei contra su piel, sin saber realmente que había hablado él.-Así que deja de pelear y relajate.

-¡¿Cómo pretendes que me relaje?!.¡Estás....!.¡Me estás lamie.......!.¡¡¡Suéltame ya!!!-le exigió esta, tratando de empujarle con sus piernas.

Pero algo tan simple como sentarse sobre ellas fue más que suficiente para inmovilizarla. Y que estuviera resfriada también ayudaba a su total resistencia. Sunako estaba realmente avergonzada, podía decirlo por como no había podido describir lo que le estaba haciendo, pero eso tampoco le importó demasiado.

Los movimientos de Sunako bajo su cuerpo solo parecían encenderlo más y volvió a la tarea de tomar su pecho, jugando con sus botones hinchados, obligándola a gemir y luchar por el aire. Notaba su pulso al tener sus muñecas sujetas, corriendo tan rápido como el de él mismo y se alzó hasta su rostro.

-¿Qué piensas hacer ahora?-le preguntó ella, sonando derrotada.

Sin embargo, Kyouhei ni siquiera contestó. Solo se inclinó hacía su rostro y la besó, como en tantas otras ocasiones había hecho o había sentido el impulso de hacer.

Sunako se tensó bajo él, cerrando tan fuerte sus labios que apenas si podía notarlos, pero eso no le echó para atrás. Continuo pasada por pasada sobre sus labios, obligándola a relajarse poco a poco, inclinando la cabeza de un lado a otro para mejorar el angulo. Y, tras unos minutos de lucha, esta pareció ceder, entreabriendo un poco los labios cuando la lengua de Kyouhei pasó sobre ellos.

Ni siquiera sabía de donde salia aquel impulso. Lo único que notaba era la necesidad de entrar en ella de algún modo y aquella había sido la manera más rápida. Quería explorarla, volverla a tener temblando bajo él como momentos antes, que dejara de resistirse y le permitiera quitarse aquella venda de una vez.

Lo habría hecho él mismo, pero aquello habría significado que tendría que haberla soltado y no podía hacerlo.

Sunako tuvo que abrir más los labios en busca de aire, notando como todo aquello la estaba mareando. Se sentía cada vez más perdida, notando que su resistencia cedía incluso sin quererlo. Su mente no estaba despejada y, en cierta forma, se sentía como si estuviera borracha, una borrachera que aquel ser radiante había creado.

Ni siquiera había notado como este la había soltado, incapaz ya de resistirse por ella misma, y las manos de este fueron una a su nuca, haciéndola girar la cabeza como él quería para profundizar más el beso, y la otra hacía su cadera, recorriendo lentamente la piel con los dedos, quemándola, hasta dirigirla a su espalda, obligándola a que se arqueara contra él.

Se había levantado de sus piernas lo suficiente para separarlas con una de sus rodillas, sin dejar de besarla, y se había colocado entre ellas, tumbándose sobre ella, haciéndola notar aquella parte de su cuerpo que ya había visto en otras ocasiones, ahora duro contra el suyo, dando cerca de donde también estaba notando cambios.

Sintió la lengua de Kyouhei contra la suya, notando como se movía suavemente al principio, caricias que enviaban pequeñas señales eléctricas a través de sus sentidos, pasando poco a poco a más velocidad, haciendo que olvidara hasta su nombre, obligándola a girar su lengua contra la suya mientras se ondulaba una y otra vez contra su cuerpo, disparando aun más el calor. Pudo sentir el sabor de este en su boca, algo dulce y fuerte sobre sus sentidos que la dejó sin aliento, permitiendo aun más fácilmente la exploración de este.

Estaba perdida, solo respondiendo porque el impulso la obligaba a ello, haciéndole imposible lo contrario, y sus manos se alzaron hacía el pecho de este, notando la piel caliente incluso con una camiseta de por medio. Alzándolas hasta sus hombros, casi canturreo con alegría en el interior de su boca al sentir el tacto de su piel, no pudiendo evitar relajarse y abrir inconscientemente más la pierna para que este pudiera estar más cerca.

Por un momento, Sunako consiguió hacer la cabeza a un lado, más por buscar aire que porque quisiera apartarse, pero Kyouhei empezó a besar su mandíbula, su mejilla, su oído.... todo aquello que encontraba a su paso, tratando de volver a abrirse camino hacía sus labios.

-Vuelve la cabeza, por favor-le rogó este, como si fuera él el que estuviera encadenado por el cuerpo masculino y no al contrario. Su voz había sonado tan melosa que casi había sentido como se extendía por su cuerpo, haciéndola ceder por un momento.

-Dejame seguir con esto un poco más. Solo un poco más. Nadie lo sabrá.

Sunako estuvo a punto de abrir la boca y decir que aquello no era lo importante, que nada de aquello tendría que estar sucediendo porque.....porque.......¡era un ser radiante!. Pero la mano de este que había estado en su nuca le cogió la barbilla, haciéndola volver la cabeza con una facilidad pasmosa, teniéndola de nuevo donde quería, tomándola.

Volvió a sentir como toda ella se ablandaba, se dejaba hacer sin poder evitarlo. Su cuerpo comenzó a temblar ligeramente de nuevo, sintiendo que cada invasión de aquella lengua en su boca solo era el sustituto de algo que Kyouhei quería hacer. Pero todo lo que hizo ella fue alzar los brazos para poder anclarse a su cuello, aferrándose, necesitando anclarse a algo para no perderse sin remedio.

Este alzaba y descendía la cabeza una y otra vez, imitando con más intensidad una penetración, lanzando pequeños gemidos contra su boca, gemidos hambrientos, como si aun necesitara mucho más. O, quizás, aquellos sonidos eran suyos. Ni aunque su vida hubiera dependido de ello podría haberlo jurado, demasiado perdida en el momento.

Su mente estaba completamente en blanco, solo abandonándose a las caricias, a sentir las manos sobre su piel ardiendo, a dejarse invadir de aquel modo como nunca antes este había hecho. Y, sin embargo, siendo aquello más carnal, sintió menos vergüenza, como si ya fuera demasiado tarde para poder sentirla en un momento como aquel. Una de sus manos estaba enterrada entre los rubios mechones, cerca del nudo de la venda, con la otra aferrada aun a su cuello, sin darse siquiera cuenta de como dejaba marcas en la piel.

Su peso había comenzando a sentirse agradable entre sus piernas, notando la dureza contra una zona que notaba tan tierna en aquellos momentos. Instintivamente, supo que allí era donde él quería ir. Donde ella parecía necesitarlo también. Pudo saberlo por la forma en la que Kyouhei empujaba las caderas contra las suyas, rozando su intimidad desnuda.

Tuvo que alejarse de aquellos labios, inclinando la cabeza hacía atrás, para soltar un gemido más fuerte que los anteriores, dejando el arco de su cuello para el total pillaje de los labios de este, dejando un camino de besos que descendió hasta la base de su cuello y volvió a ascender hasta sus labios, solo lamiéndolos para poder hablar.

-¿Eso se sintió bien?-le preguntó este, inmóvil sobre su cuerpo.

Y Sunako tuvo que asentir con la cabeza, incapaz de hablar.

-Tienes que quitarme la venda-le dijo este, con aquel tono bajo que le hacía parecer otra persona, con el rostro oscurecido.

-¿Por qué no te la quitas tú?-murmuró ella.-Además, cuando te la quites.....no podremos.....seguir. Me sangrara la nariz.

-Eso no pasara-dijo, rozándole el cuello con los labios.

-¿Y.....eso co.....como lo sabes?-consiguió preguntarle, notando como su cuerpo volvía a temblar ante aquella caricia.

-Porque estarás demasiado ocupada como para eso-susurró este, lanzando sus caderas hacía delante de nuevo, dejándola sin aliento.

El calor pareció redoblarse en la habitación, haciendo que ella se sintiera indefensa mientras Kyouhei se frotaba contra ella de aquella forma, consiguiendo eliminar cualquier resistencia que Sunako hubiera conseguido formar.

La mano que había tenido en el suave cabello de este tiró del nudo, consiguiendo deshacer este y, una vez suelto, la prenda cayó sobre ella. Observar aquellos ojos marrones centrados en los suyos la dejó congelada. Pero, entonces, este volvió a empujar sus caderas, manteniéndola anclada solo por el peso de su mirada.

-Sunako-murmuró este.

Pero ella solo pudo cerrar los ojos mientras un nuevo temblor la sobrevenía.

Solo la mera mención de su nombre por los labios de este la habían hecho estremecerse. Ni siquiera podía creérselo. Por lo general.....sí, sentimientos confusos habían comenzado a asaltarle cuando lo veía o cuando estaba demasiado cerca de ella, pero nunca de ese modo. Nunca tan fuerte.

Notó como la mano que había estado manteniéndola arqueada volvía hacía su cadera y, de allí, suavemente, fue descendiendo por su muslo, haciendo que nuevos estremecimientos la sacudieran cuando notó como aquella mano se dirigía hacía la parte interna de su muslo, vulnerable ahora al estar abierta para dejarle sitio. Los labios de este estaban en su mejilla, cerca de la comisura de sus labios y, cuando aquella mano llegó al centro entre sus piernas y volvió a gemir sin remedio, volvió a besarla, notando un gruñido satisfecho en el interior de su boca.

Notó la humedad que aquella mano había encontrado, aquella humedad en la que ella misma no había reparado hasta aquellos instantes, demasiado perdida para notar algo más. El cuerpo de Kyouhei tembló sobre el suyo mientras aquellos dedos la exploraban, obligándola a agarrarse a sus hombros cuando sintió una caricia en algún punto sensible donde antes solo se había rozado.

Sin embargo, a pesar de la intimidad de aquel gesto, de lo vulnerable que la dejaba ante él, solo permaneció aferrándose a sus hombros, tratando de ocultar el rostro en el hueco de su cuello, sin poder controlar a su propio cuerpo.

-No-dijo Kyouhei, cogiéndole del pelo con cuidado hasta dejar la cabeza de Sunako de nuevo sobre la almohada.-Quiero verte mientras hago esto. No te escondas.

-Pero.....yo...... No puedo......

Ya no era capaz de hablar, ni de pensar. Solo podía sentir, sentir aquellos dedos que tocaban su carne más intima, acariciándola, encendiéndola, extendiendo la humedad y jugando con aquel brote de nervios que había encontrado y que solo la dejaba temblar contra las sabanas, incapaz de formar palabras, tratando de tomar alguna bocanada de aire.

Kyouhei permaneció suspendido sobre ella, observando su rostro, sus reacciones, como el aliento se le quedaba atascado en la garganta, como su mano la trabajaba hasta dejarla en aquel estado.....

Los temblores aumentaron en intensidad hasta que Sunako tuvo que clavarle las uñas sobre los hombros, dejando marcas en su piel. Pero ni eso le importó mientras seguía trabajando en ella.

El olor de su excitación se había alzado en el aire como un dulce picante y, cuanto más movía sus dedos contra ella, trabajándola, más penetrante se hacía aquel olor, nublándole la mente, habiendo dejado en un segundo plano su propia excitación punzante mientras la contemplaba.

Quería que disfrutara de aquello, que no temiera su toque, que se acostumbrara a él y lo buscara. Por eso, cuando notó que estaba cerca de su final, retiró un poco la mano para observar su reacción.

Como una flecha, la mano izquierda de esta le sujetó, tratando que volviera acercarse, haciéndole lucir una sonrisa en los labios.

-¿Quieres que siga haciéndolo?.¿Te ha gustado?.

Sunako, con un sonrojo coloreando su rostro, cuello y pecho, tuvo que asentir con la cabeza.

-¿Cómo se siente?.

-Bu....bueno-fue lo que pudo murmurar.-Muy bueno.

No quiso torturarla más, así que volvió a dejar su mano contra su carne más intima y, mientras volvía a torturar su nido de nervios, condujo sus dedos por la piel satinada hasta su entrada, viendo como esta se arqueaba sobre la cama, gimiendo.

Ante aquella visión, sus deseos reprimidos volvieron a resurgir y pudo sentir como el cierre de sus vaqueros lo atenazaba en una incomoda prisión. Si no acababa con aquello pronto, era posible que él acabara mucho más pronto que ella y se perdiera su final, así que, ya sin calma, pasó su pulgar de manera dura sobre ella mientras hurgaba con sus dedos en el cuerpo de esta, comprobando su estrechez y como parecía costarle ceder.

Los gemidos de Sunako aumentaron de volumen, agradeciendo que los chicos no se encontraran en la casa, y vio como todo el cuerpo de esta se coloreaba mientras cerraba con fuerza los ojos. Los dos dedos que había conseguido meter en su interior fueron atrapados en mitad de aquella ola que llegaba y vio como esta gemía en mitad de un mar de temblores, alzando las piernas en torno a las caderas de este, aferrándose, observando como parecía que el clímax la había arrastrado lejos, dejándola sin fuerzas.

Cuando el cuerpo de esta quedó laxo sobre las sabanas, respirando pesadamente para tomar aliento, Kyouhei aprovecho para deshacerse de su ropa, dejándola caer en cualquier parte, lanzandola sin ninguna importancia, sin perderla de vista.

Sunako solo parecía verlo a través de alguna clase de neblina lejana pero, cuando se inclinó sobre su cuerpo, ahora sin ninguna prenda de ropa entre ellos, parpadeo rápidamente y volvió a colocar las manos sobre los hombros de este, abrumada ante la nueva intimidad, sintiendo el miembro de este contra su carne, explorándola, acariciándola como momentos antes habían hecho sus dedos.

Cuando sintió el primer intento de entrar en ella, se tensó, diciéndose que no estaba lista para algo como aquello. Pero aquel malvado ser radiante dejó una marca en su pecho con la humedad de sus piernas y, dirigiéndole una sonrisa que la dejó sin aliento, descendió la cabeza para lamerlo, haciéndola corcovear de nuevo, obligándola a relajarse sin ni siquiera darse cuenta.

Solo notó una vaga sensación de ser abierta, de que algo se introducía en ella, estirando su carne intima como nunca había tenido que hacerlo. Cuando sintió una sensación de tensión, como si algo se opusiera al avance, Kyouhei ascendió hasta su boca, dejándola sin el poco aliento con el que aun contaba, jugando con su lengua, arrastrándola hacía el interior de su cavidad, notando los gemidos de necesidad que salían de este.

Con aquel sonido tan primitivo en sus oídos, se onduló bajo él, colgándose a su cuello, estirando las manos hacía su espalda, necesitando tocarlo, sentirlo para saber que no estaba sola en aquello. Volvía a temblar, pero en aquella ocasión ya no sabía si por los nervios, por la fiebre o por lo que este le hacía y, antes de poder saberlo, se sintió totalmente abierta, llena, subiendo una pierna hasta la cadera de este solo por mero instinto.

En aquellos momentos, Kyouhei no podría haber dicho jamás que le había llevado a aquella habitación, tan perdido como estaba. Solo notaba hambre. Hambre de ella, hambre de Sunako, hambre de los sentimientos que pudiera albergar por él, hambre de......todo lo que pudiera obtener de ella.

Retirándose con cuidado hacía atrás, silenciando una protesta de esta con sus labios, volvió a hundirse, deseando gritar, notando como todo su cuerpo temblaba, cantaba. Ni siquiera había sabido que estaba tan deseoso de aquello, del cuerpo de ella, de que lo acogiera sin reservas.

Alzándose sobre sus codos, retiró aquel cabello negro del rostro de Sunako, concentrándose en sus ojos mientras retrocedía y volvía a caer, viendo como esta gemía, se retorcía, se agarraba a su cuerpo o agitaba la cabeza.

¿Cuantas veces había oído a Ranmaru hablar de lo maravilloso que era el estar con una mujer?. Y todas las veces que él no le había creído y solo había pensado que era un pervertido salido que no podría satisfacerse nunca, no necesitando la pasión en su vida......

Sin embargo, en aquellos momentos, no querría estar en ninguna otra parte, no querría estar con ninguna otra persona que no fuera Sunako allí, en aquella habitación, sobre aquella cama, acariciando con la mano que no estaba enterrada en su largo cabello su pierna, aquella pierna que se había colocado sobre su cadera y que le permitía hundirse aun más en su cuerpo.

Mía. Mía.¡Mía!, parecía gritar cada vez que descendía, agachando la cabeza hasta dejar la frente contra la de ella, viéndola perderse de nuevo, con aquella sombra que se colocaba ante sus ojos mientras su liberación se acercaba, arrastrándolo con ella, notando como todos sus músculos se tensaban.

Su columna se transformó en mantequilla cuando sintió un temblor intenso de placer descendiendo por su espalda hasta llegar a la parte interna de sus piernas, sin ni siquiera notar el sudor que los bañaba, olvidado ya hacía mucho la lluvia en el exterior. Cuando ella lo aferró, arqueándose de nuevo en la cama, Kyouhei se permitió ir, acallando un gemido agónico apretando los dientes, notando como el placer lo hacía temblar, lo rodeaba y lo sacaba de su propia mente, alzándolo y soltándolo desde lo alto, dejándolo caer.

Aun temblando, abriendo los ojos, tratando de recobrar aliento, vió como Sunako parecía haber pasado por una experiencia parecida, aun más perdida que él e, inclinándose de nuevo, le dejó un beso sobre la frente.

-¿Estás bien?-le susurró, en la intimidad del cuarto.

-Sí, estoy bien-le aseguró ella, dirigiéndole una sonrisa tímida pero satisfecha.

Por unos momentos, se permitió que esta cargara con todo su peso, sabiendo que era fuerte y que podría con ello, pero acabó por hacerse a un lado, arrastrándola entre sus brazos, dejando que descansara la cabeza contra su pecho.

Ninguno de los dos pareció saber bien que decir después de aquello, pero tampoco tuvieron la necesidad de romper el silencio, así que Sunako solo se permitió cerrar los ojos mientras los dedos de Kyouhei seguían peinándole el cabello lentamente, llevándola a un estado de duermevela que se la llevó rápido, necesitando descanso.

..

Había pensado que soñar con un beso con la criatura radiante había sido mucho pero, después de lo que había pasado en aquella habitación,¿cómo podía llamarle a eso?.¿Cómo se iba a comportar?. No tenía ni idea y, en aquellos momentos, mientras despertaba, tampoco le importó, notando como alguien frotaba su piel con una toalla húmeda y caliente.

Abriendo los ojos, comprobó que se trataba de Kyouhei que, vestido solo con sus pantalones, le estaba limpiando las piernas y el estómago.

-Leí en algún sitio que a las mujeres les reconforta esto después de.....ya sabes-murmuró este, consiguiendo doblar una de las piernas de ella para lavar su centro.

Sunako saltó, más por la impresión que por sentir malestar, pero lo dejó hacer, sintiendo el cuerpo deliciosamente cansado y no solo sudoroso y pesado como cuando había cogido el resfriado, llevándose una mano a la frente para asegurarse de que su fiebre en verdad había comenzado a retirarse y no solo era su imaginación.

-¿No te lo he pegado?-le preguntó a este, observándole con atención, pareciendo que el cuerpo de este estaba bien.

-No. Estoy perfectamente.¿No has oído eso de que los chicos guapos no se enferman?.

-Te he cuidado estando enfermo-le recordó ella, disfrutando extrañamente de la intimidad, observándole sin que sangrados nasales o la brillantez la agitara.

Suponía que, tras lo que habían hecho, no volvería a pasar por ello.

-Bueno......eso seria porque tendría bajas las defensas.

Sunako sonrió, pero no comentaron nada más.

..

Después de aquello, los chicos llegaron y Kyouhei aseguró que Sunako se estaba recuperando sin problemas. Estos, impresionados porque hubiera hecho bien su trabajo, fueron a verla y comprobaron que, efectivamente, esta lucia mejor color, se había cambiado de ropa y se había tomado sus medicinas después de comer.

Poco tiempo después, pudo levantarse de la cama y no tardó demasiado en volver a hacer las tareas.

Los chicos sospechaban que algo habría ocurrido en su ausencia, ya que Sunako no parecía tener problemas alrededor de Kyouhei, este ya no le ordenaba como si fuera su criada y cada dos por tres estaba metido en la cocina con ella, conversando mientras ella cocinaba.

Desde luego la estampa parecía la de un matrimonio de recién casados.

-¿Qué habrá pasado mientras estábamos fuera?-preguntó Yuki, apoyado en la mesa baja del salón, sentado en el suelo frente a los otros dos.

-¿Kyouhei se habrá rendido a sus deseos de hombre aprovechando que no estábamos para quedarse con Sunako y ni siquiera nos lo ha contado?-preguntó Ranmaru, sentado de lado en uno de los sillones.

-Sea lo que sea, es bueno. La atmósfera que hay ahora entre ellos es relajada, agradable.... Intentemos no hacer nada por estropearla-les sugirió Takenaga, bajando la voz al ver que Sunako se acercaba con unas tazas de té, con Kyouhei unos pasos más atrás.

Esta lucia su ropa habitual, pero había recogido su cabello en una coleta, dejando su rostro al descubierto y se había recogido el flequillo con unas horquillas, dejando bien visibles aquellos ojos violeta que parecían brillar. El rubio, como siempre, parecía caminar con desgana, pero no perdía a esta de vista y su semblante se suavizaba cuando lo hacía.

Algo no le quedó claro a Ranmaru con eso de ``no hacer nada por estropear la atmósfera´´, porque cuando tuvo a Sunako cerca, tras dejar la bandeja sobre la mesa, la cogió por la muñeca hasta tenerla sentada sobre él, abrazada contra su cuerpo.

-¿Qué te ha pasado, querida princesa, para que parezcas brillar de esta manera?.

Sunako lo miró con mala cara, pero no le sangró la nariz ni saltó, tratando de matarlo. Solo intentó desembarazarse de sus brazos. Pero Kyouhei fue más rápido. En dos zancadas, llegó junto al sillón, cogió el brazo de esta y la liberó, encerrándola contra su cuerpo mientras le faltaba poco para lanzarle puñales por los ojos a Ranmaru.

-¡¿No te han enseñado a no tocar lo que es de otras personas?!-le gritó este, molesto, mientras ella solo permanecía inmóvil, mirando hacía arriba para poder verle la cara.

-¿Y desde cuando Sunako es tuya?-preguntó Takenaga.

El sonrojo en el rostro de ambos fue más que notable y los 3 chicos pusieron esa cara cómplice que solían poner cuando algo de ellos dos salia, como si solo así ya se hubieran enterado de todo.

-Voy a por algo de picar-dijo Sunako, casi corriendo a la cocina.

-Y....y yo voy a por un manga de mi habitación-dijo el rubio, dirigiéndose hacía arriba.

Sin embargo, Yuki, Takenaga y Ranmaru seguían mirándolos con aquellas sonrisillas en sus caras, sabiendo que no podrían engañarlos. No comentaron nada, pero tanto Sunako como Kyouhei supieron que se enterarían de una forma u otra, más tarde o más temprano.

``Bueno.....mejor que sea tarde´´,pensaron ambos.

FIN

¡Aggggg!.¡Me duelen los dedos!. Llevo escribiendo este fic todo el día y ahora mismo son las 1:57 de la mañana porque mañana es lunes y quería subirlo cuando vaya a la biblioteca.

No tenía claro cual final seria más adecuado para esta historia, así que simplemente he dejado un final abierto, que siempre me viene bien por si se me ocurre hacer alguna otra a partir de este punto y porque, como casi todas las historias de este tipo, no suelen tener un final bien definido.

Me gustaría comentar con vosotros una cosa de la que me percaté en el manga y es la siguiente: Creo que habré leído sobre unos 3 o 4 hallowen y 2 o 3 San Valentín hasta el capitulo 130 que voy pero, cuando presentan a los protagonistas, siempre pone que tienen 15 años y yo no he visto que celebren ni un puñetero cumpleaños.

¡¿Qué pasa aquí?!.¡¿Tienen el secreto de la inmortalidad y no quieren compartirlo con el resto de los humanos o estos ya son como las mujeres pasados sus 30, que empiezan a quitarse años?!. Realmente alucine viendo como pasaba el tiempo y todos seguían hasta en las mismas clases.

Por unos momentos, me sentí como si estuviera viendo The Simpson, que tampoco envejecen nunca ni cambien de clase, por muchas fechas señaladas que celebren en distintos capítulos.

Si alguien sabe porqué pasa eso, que me lo explique, por favor.

A parte de eso, creo que no tengo nada más que comentar a parte de que espero que os haya gustado el fic, que el lemon no os haya resultado muy fuerte y, si Ochiidisco lee esto, que sepas que el fic de fate sobre Alejandro Magno y su master se me resiste más de lo que creía pero, viendo a este primero, parece que lo va a reventar. Recuerda ese mini capitulo de manga que me pasaste con todos los personajes de la empresa donde salen en las aguas termales. ¡Es que se lo va a cargar, por muchos 15 minutos de preparación previa que le de!.

Bueno, con esto me despido hasta el próximo fic.


Manteneos sanos y nos seguimos leyendo.