Como siempre, y por
educación, os saludo a todos los que estén leyendo este fic con la
esperanza de que os guste tanto leerlo como a mi me ha gustado
escribirlo. A pesar de que tenía mi cuenta en fanfiction parada
desde hace bastante tiempo, al parecer, me han dado nuevas ganas de
escribir de una serie y manga que me encanta (y, encima,¡¡¡¡Siwon-shi
hace el dorama!!!!.¡¡¡¡Kyyyyyaaaa!!!!): Skip Beat.
Muchos han insistido en
que escriba más sobre esta serie y no lo he hecho antes, no por
falta de ganas, si no porque no tenía inspiración. Los hermanos
Heel sirven para escribir muchos fic´s, pero para que me inspire
tengo que ver las cosas en un momento en que mi imaginación pueda
rellenar el resto, como me ha pasado ahora. Releyendo por, ¿4 vez?,
el manga, los capitulo 194, 195 y 196 me emocionaron hasta casi
provocar uno de esos famosos sangrados nasales, pero no tenía
inspiración. Sin embargo, ahora siento que ahí debería haber
pasado algo más, así que, como siempre, lo contare a mi manera.
Advertir antes que nada
que contiene lemon y que tanto los personajes como la historia
original pertenecen a Yoshiki Nakamura. Yo solo los tomo prestados
para crearos más sangrados nasales y gritéis como fans
histéricos,¿de acuerdo? ^^.
Con esto, os dejo ya
con la historia.
UNA NOCHE PELIGROSA
Kyoko no pudo evitar mirar con cierto temor a Tsuruga-san después de
que este lanzara su teléfono a la otra punta de la habitación,
comenzando a acercarse a ella de aquella manera tan atemorizante. La
ira que brillaba en sus ojos mientras trataba de que negara que la
llamada era de Shotaro era más que patente, tanto que parecía ser
un aura oscura a su alrededor, espesándose, llevándose el aire del
cuarto.
Lo único que pudo hacer ella fue retroceder, retroceder todo lo
posible para no ahogarse en aquellos ojos que la escrutaban sin
ninguna piedad, sin dejarle ninguna salida, acechándola,
acorralándola de tal manera que cayó sobre la cama antes de darse
cuenta que tenía esta a su espalda.
Este se colocó sobre ella fuera de su rol, sin ser Cain, sin ser Ren
Tsuruga. Siendo una persona completamente diferente, una persona que
odiaba con todo su ser la relación, fuera cual fuera, que Kyoko aun
mantuviera con Fuwa Sho, paralizándola donde estaba, observándole.
No quería verle así, siendo arrastrado por un sentimiento
irrefrenable de odio, un sentimiento que se llevara todo lo que era,
todo lo que había conseguido y su alma, así que, solos los dos en
aquel pequeño cuarto de un hotel, uso todas sus fuerzas para
conseguir girarlo, agarrándolo por el cuello de su camiseta, hasta
quedar sentada encima de él, recurriendo al espíritu de Setsu para
conseguir traerlo de vuelta.
Tan
concentrada en ello estaba que ni siquiera sintió la tensión que se
extendió como un rayo por el cuerpo de Ren al sentirla sentada
encima de su cuerpo, tratando de calmarse para que no hubiera
``ningún accidente´´. Mogami-san había sido para él tan
seductora como la más hermosa de las mujeres desde aquella vez que
habían estado practicando para Dark Moon en su casa y la había
envuelto entre sus brazos, tratando de protegerla del suelo (capitulo
71 del manga).
Toda ella había sido una tentación en sí misma; su tacto, su olor,
su calor. Todo alterando sus sentidos, seduciéndole, retándole a
hacer algo más, a no soltarla y disfrutarla de la manera en que
pudiera.
Y, sin embargo, creyendo que así prácticamente no podría
controlarse a sí mismo, jamás habría creído que esta actuara de
aquella manera, sentándose sobre él con tanta naturalidad,
tocándole, tentándole a reaccionar solo por lamerse el labio
superior.
Se sentía como si una diosa de la pasión se le hubiera sentado
encima, encadenándolo para ser su esclavo durante el tiempo que
quisiera, jugando con él, torturándole.
Y fue aun peor cuando la vio inclinándose hacía él.
-Por favor. No es posible que pueda estar interesada. Estoy segura de
que lo entiendes,¿cierto?-murmuraba Kyoko por encima de su cuerpo.
Pero en aquellos momentos, Ren ni siquiera sabía de qué le estaba
hablando. Solo sentía el calor del cuerpo femenino sobre el suyo, su
peso ligero paralizándose donde estaba, sus sentidos llenos de ella,
su fragancia rodeándole. No era capaz de hablar, no era capaz de
pensar.
Cuando aquellos labios en los que tanto había reparado antes se
posaron sobre su frente, la corriente eléctrica que corrió por él
casi le provocó una sobrecarga a sus sentidos, llenándola de ella,
eliminando cualquier cosa que podría haber habido antes con la
facilidad en que podría purificar cualquier otra cosa.
-¿Nii-san?.
Su voz lo llamaba y no pudo resistirse a acudir, intentando anclarse
a sí mismo para no hacer ninguna locura.
-Se quedó ahí.
-¿Qué?.
-La marca de mi beso-le respondió Kyoko con aquella sonrisilla
diabólicamente seductora, que podría causarle un shock permanente
que le impediría levantarse de aquella cama para siempre.
-Solo es lápiz labial. Desaparecerá inmediatamente-le contestó,
tratando de sonar relajado y tranquilo, como si su cuerpo ligero aun
no estuviera sobre el suyo.
-¿Quieres que dure más?-le preguntó esta, sonando indiferente,
mientras le acariciaba la cara con la comodidad de una amante.
-Sí. Entre más tiempo dure, más tiempo estarán mi cuerpo y mi
alma satisfechos porque es la marca que muestra que soy tuyo.
¿Cuánto de verdad había en aquellas palabras?. Desde la aparición
de Kyoko en su vida, Ren ni se había molestado en mirar a otras
mujeres, ni siquiera a aquellas en las que siempre había tratado de
buscar algún alivio, aun sabiendo que tampoco podría hacerla a ella
totalmente suya. La sombra de Rick aun era demasiado alargada y su
demonio interior no descansaba tranquilo.
-Está
bien-murmuró esta, limpiando el pintalabios de su
frente.-Entonces.....lo dejaré.....-susurró, arrastrando los dedos
por un lado de su rostro, conduciéndolos lentamente hacía su
garganta, haciendo que se preguntara si podría sentir sus nervios
saltar a través de su piel.-Donde pueda verlo y donde tú.....
Cogió la cremallera que abría y cerraba su camiseta y comenzó a
bajarla con una calma y una confianza dignas de una devoradora de
hombres, mientras los ojos de Kyoko seguían la trayectoria de aquel
cierre. Tuvo que sonreír, satisfecho del cuerpo que tenía,
observando como ella lo desnudaba con total calma, haciendo que sus
ojos se encontraran por un momento antes de que ella abriera la
prenda en dos y volviera a ascender por él.
-Quiero uno que dure para siempre-le informó.
La intimidad era demasiado fuerte, demasiado natural. Era como si su
relación siempre hubiera sido de ese modo y estaba intrigado por ver
hasta donde Kyoko era capaz de llegar. Él no se resistiría a lo que
fuera a hacer. Era Cain Heel y Cain Heel adoraba a su hermana,
hiciera lo que hiciera con su cuerpo. Era más, de un modo u otro, lo
disfrutaría y guardaría aquel momento en un lugar bien hondo donde
solo él lo encontrarse.
Vio como esta se inclinaba hacía su cuello e intentó que su pulso
se mantuviera tranquilo, pero.....¡¿cómo iba a conseguir eso
durante tanto tiempo si solo sentir aquellos labios sobre su piel ya
era una autentica tortura?!. El calor, como se sentían, saber que,
ante todo, eran los labios de Kyoko.... ¡Todo eso lo ponía en el
limite!.
Sin embargo, se las ingenió para parecer tranquilo mientras se
tocaba el pelo.
-Setsu, esto no es una marca de beso. Comúnmente se llama
mordisco-le dijo, abriendo los ojos con calma mientras giraba un poco
la cabeza, para que observara lo que había hecho.
-Oh-le dijo esta, tan tranquila.-Pero dijiste que querías algo que
durara para siempre, así que asumí que, al menos, debía morder-le
explicó, cómodamente tumbada sobre su cuerpo, como si su lugar
siempre hubiera sido ese.
-Bueno....Creo que puedes tomarlo de esa forma, pero no era eso a lo
que me refería- comentó, viendo como ella le limpiaba la marca de
su lápiz labial del cuello con un pañuelo.
Mogami-san estaba tan tranquila ante aquello que tendría que haberla
aplaudido por ello, pero no podía permitirse salir de la actuación.
No cuando aquello estaba siendo tan bueno.
-A lo que me refería con una marca de un beso que durara para
siempre era que no quería algo que fuera solo visual, si no algo que
se quedara aquí-le dijo, señalándose el corazón.
-¿Tengo que morderte también ahí?-preguntó Kyoko, mostrándose
totalmente metida en el papel.
-No debes morder. Debes chupar, fuerte, en el mismo lugar, una y otra
vez, obstinadamente, como si gravaras tu deseo por poseerme. Si lo
haces así, podrás dejar una marca oscura, ya que causas un sangrado
interno bajo la piel-le explicó como si tal cosa, como si en el
fondo de él no estuviera hirviendo y deseando por que lo hiciera,
poseyéndolo de alguna manera.-Así es como dejas un chupetón.
-Lo sé-le dijo esta, sonriendo como si nada.
Sin embargo, de repente, se recostó sobre su pecho, dejando la
cabeza sobre su corazón, al que aun trataba que siguiera latiendo
tranquilo, como si ya no tuviera ganas de continuar con aquello. Y
eso era algo que Ren no podía tolerar todavía.
-¿Setsu?-la llamó, obligándola a reaccionar.
-El deseo de poseer...... Aun si no lo gravo..... Tú ya eres mío,¿no
es así?.
-Por supuesto-afirmó, pensando que, tal vez, la había forzado
demasiado. Después de todo, era una joven chica japonesa en sus 17
años, con malas experiencias referente a los hombres. Todo aquello
debería estar siendo demasiado grande para ella.
-Pero tal vez sea útil hacer que todos sepan. En ese caso, en vez de
ponerlo en un lugar que no se puede ver-susurró, consiguiendo que
por poco la piel de Tsuruga-san no se erizase.-Es mejor aquí.¿No
es así?-volvió a susurrar, acariciando de nuevo su cuello antes de
inclinarse de nuevo sobre él, en el mismo lugar donde le había
mordido.
Cuando sintió aquellos labios de nuevo, chupando contra su piel, el
calor sobre su cuerpo, derramándose sobre él, un nuevo rayo le
traspasó, espesando su sangre, encendiéndolo, robando aire de la
habitación, electrificando el ambiente.
-No lo olvides, nii-san. Soy la única que puede entenderte
completamente y que, en cualquier momento, mi corazón siempre estará
contigo.
Aquel tono seductor, el tacto, la fragancia, ella......Estaba
envuelto en Kyoko, en todo lo que era y decía, haciendo que se
preguntara por un momento si había algo de verdad en las palabras de
esta.
-Sí. No lo olvidaré. Ya no haré nada fuera de lugar como lo de
esta noche, nada que te decepcione. Mientras este vivo, lo dejaré
como tuyo, mientras tú sigas viéndome por siempre.
La sonrisa que se formó en su cara, la sonrisa que le dirigió y que
sabía que transmitía sus sentimientos no podría haberla ocultado
incluso en 1000 años de práctica.
Y no fue nada sano para su cordura la sonrisa tierna y, a la vez,
encantadoramente tentadora con la que esta le contestó, murmurando
un ``Sí, nii-san´´, instándole a hacer algo al respecto, a
reaccionar.
No le costó el más mínimo esfuerzo girarla sobre su cuerpo hasta
quedar encima de ella, viendo su pequeño tamaño y, aun así,
deseando tomarla, asaltarla, sabiendo que Kyoko podría con cualquier
cosa que se le pusiera por delante.
-¿Nii-san?.¿Qué pasa?-le preguntó esta, aun luciendo una
apariencia perfecta de Setsu, lo cual a él le venía perfecto.
Que siguiera de aquel modo tanto como quisiera. Mientras más
siguiera envuelta en su personaje, más tenía permitido tocarla como
quisiera, hacer lo que quisiera con su adorada hermanita, sabiendo
que no le detendría, que ella debía adorarlo de igual modo.
-No quiero prometerle a Dios que mantendré mi promesa. Pero te lo
prometo a tí. ¿Puedo grabarlo en tí?-le preguntó, acariciando la
piel cercana a su pecho.-La prueba de mi promesa aquí.
-Prueba-fue todo lo que le dijo, aun con esa cara indiferente.
-Y también te enseñaré directamente como hacerlo correctamente.
Estaba tan cerca de su piel que casi podía rozarla, olerla hasta
embotarle los sentidos, sentir directamente la calidez que emanaba de
aquella piel.
Pero la manos de esta en su cabeza lo detuvieron.
-¿Por qué me detienes?-le preguntó, de verdad queriendo saberlo,
justo cuando ya se hallaba tan cerca.
-¿Enseñarme directamente como hacerlo correctamente?.¿Quieres usar
en mi las técnicas que practicaste con alguna otra mujer que ni
siquiera conozco?. Eso me molesta-le dijo esta, dirigiéndole una
mirada helada expresando, sin lugar a dudas, ese sentimiento,
sorprendiéndolo.
Se alejó de él, se puso en pie, ignorando su llamada, y sacó su
abrigó del armario, dirigiéndose hacía la puerta mientras se lo
ponía.
-Oye....¿A dónde vas?-le preguntó, sonando preocupado, frunciendo
el ceño.
¿Por qué había parado las cosas de aquel modo?. Él aun no quería
parar.
-Parece que, de la forma que soy ahora, no es suficiente para estar
contigo. Iré a practicar. Estoy segura de que afuera seré capaz de
encontrar cientos de hombres dispuestos a practicar conmigo-le dijo
como si nada, como si aquello no fuera realmente indecoroso.
El cuerpo de Ren se movió antes de que él mismo pudiera notarlo,
cerrando la puerta que Kyoko estaba abriendo y apresándola contra su
pecho.
Esta observó su rostro molesto.
-¿Por qué estas molesto?. Por supuesto que es una broma. Solo iba a
comprar unas cosas-le dijo, tratando de quitar su brazo de la puerta.
Pero este fue inflexible.
Cuando la vio de esa manera, dirigiéndole semejante mirada, de
verdad pareció que quería irse de su lado, asqueada ante la idea de
que hiciera con ella lo que había hecho con otras. Y, aun así, no
quería apartarse, notando aun como su corazón latía como un
tambor.
Detenerla de aquel modo, apresada contra la puerta, era sumamente
sensual y todos sus sentidos aun estaban puestos en ella, privándole
de la capacidad de pensar, de hacer algo que no fuera tenerla sujeta
de aquella manera.
-Setsu-la llamó, solo buscando una cosa.
Y ella lo hizo. Con esa calma característica de su personaje, esta
alzó la cabeza para mirarle y, aun apoyando los brazos en la puerta,
se inclinó hacía ella hasta besarla. Notó como saltó contra sus
labios por el contacto, pero ignoró aquello, solo concentrándose en
tomar lo que pudiera en aquel momento.
Aquellos labios parecían una almohada para los suyos, tan suaves y
flexibles como la seda calentada al sol, y eso solo hizo que sus
deseos de tomarla aumentaran aun más. Aunque hubiera conseguido
reprimirse durante aquel jueguecito en la cama, ya no podía más. La
necesitaba, necesitaba que le diera algo,¡lo que fuera!, pero que,
al menos, pudiera degustarla.
Había soñado tantas veces, en la secreta oscuridad de su
habitación, que podía tomarla sin reservas que, llegados a aquellas
alturas, ni aunque hubieran atado sus extremidades a carretas y
tiraran de él conseguirían apartarlo.
Una de las manos que tenía contra la puerta descendió suavemente
hasta descansar sobre su mejilla y mantuvo su rostro ahí mientras él
giraba el suyo, tratando de tener un mejor angulo para saborearla,
tomar todo lo que pudiera.
Kyoko soltó un quejido, pero no supo si era de queja o de placer por
aquello, así que Ren solo entreabrió los ojos, observando como esta
tenía los suyos cerrados, con el rostro ligeramente coloreado de
rojo, pareciendo que la había trasladado a otro lugar.
Para lo seriamente que se había tomado lo de tener su pureza
intacta, parecía haberse rendido realmente rápido al beso, sin
oponer demasiada resistencia, aunque aun siguiera dentro de su
personaje, disfrutando del hecho de que le dejara hacer aquello, que
le concediera aquel derecho, precisamente a él, el que se decía
continuamente que no podría tenerla aunque quisiera.
Incapaz de detenerse, aun a pesar de esos pensamientos negativos,
pasó la lengua sobre sus labios de una manera provocativamente
lenta, disfrutando del estremecimiento que la recorrió de arriba a
bajo, aumentando el rubor en su cara, mientras las dos pequeñas
manos de esta se alzaban hasta su pecho, sin saber si para alejarlo o
acercarlo.
-Abre la boca-le ordenó en un susurró, después de lamerla de nuevo
de aquella manera que la dejaba temblando.-Abre la boca y dejame
tomar algo.
-Ni.....nii-san-murmuró Kyoko, intentó apartar la cara, pero la
mano de este se lo impedía, observando como temblaba contra la
puerta, pareciendo incapaz de permanecer más tiempo sobre sus pies.
-Solo haz lo que te digo-insistió Ren, bajando su tono, volviéndolo
meloso.-Hazme caso.
Y, aun respirando con dificultad, cuando volvió a besarla, Kyoko
entreabrió los labios para él cuando volvió a pasar su lengua
sobre estos, dejándole total acceso.
Sentirla de aquel modo fue casi extasiante, notando como el calor de
ella le envolvía, como su sabor estallaba en su boca, incluso
cegándole por un momento. Quería permanecer eternamente suspendido
en aquel momento, tomándola, y, al mismo tiempo, quería continuar,
llevar las cosas aun más lejos mientras se dejaba arrastrar por la
suavidad de su boca, de sus gemidos tímidos que rompían contra él.
Los pantalones de cuero no eran una buena elección ante un momento
como aquel, notándose atrapado, y, sin poder evitarlo, inclinó la
parte inferior de su cuerpo contra las caderas de Kyoko, que las
recibió con un nuevo gemido de sorpresa que acalló con su boca,
jugueteando con su lengua. En un primer momento, cuando la había
invitado a hacerlo, esta se puso nuevamente rígida, pero con lentas
pasadas, retiradas y girándola a su alrededor, no pudo evitar la
tentación de imitar tímidamente lo que estaba haciendo en el
interior de su boca.
Cuando sintió que la lengua de esta jugaba con la suya, volvió a
clavar las caderas contra ella, sintiendo que aquella falda no era ni
cuanto menos suficiente para impedirle el acceso. Sus ganas de
tomarla se estaban excediendo tanto en la escala que hasta había
empezado a calcular como seria la mejor forma de sujetarla para
tomarla allí, contra la puerta.
La mera idea de que el personal del hotel pasara y los oyera,
sabiendo que la estaba haciendo suya, fue más que suficiente para
transformar su sangre en lava liquida, corriendo por sus venas con
una lentitud ardiente que iba encendiendo todas las partes de su
cuerpo donde la sangre llegara.
Sin embargo, a pesar de que Kyoko no ponía resistencia en aquello,
se dijo que esta era una muchacha virgen. No podía tomarla contra la
puerta como si fuera un animal, por mucho que la idea le excitara,
imaginándola de espalda a él, gimiendo contra la madera.
Puso las manos en su trasero, notando como el aliento de esta se
quedaba atascado en su garganta por un nuevo brote de sorpresa y
vergüenza, y no le supuso ningún esfuerzo levantarla hasta
colocarla sobre su erección creciente, disfrutando de los
estremecimientos que la recorrían al acercarla, dirigiéndola hacía
la cama mientras colocaba las piernas de ella en torno a su cintura y
Kyoko se abrazaba a su cuello, tratando de no caerse, aun con manos
temblorosas.
Si en algún momento ella había decidido parar aquello, su
resistencia parecía haberse esfumado entre sus brazos y, aun
sonriendo débilmente, la llevó hasta su cama, donde momentos antes
habían empezado con aquel peligroso juego.
Su pequeño tamaño era tan irresistible para él que no pudo evitar
dejar que esta cargara con su peso cuando la recostó en su cama,
notando como la falda se subía hasta su cintura, incapaz de no
ceder, creando una nueva cuna para su miembro. Si no fuera por
aquellos pantalones apretados, no podría haberse resistido a entrar
en ella en aquel momento. Sobretodo si gemía como en aquellos
momentos, como si cada caricia suya le abriera una herida en la piel,
haciéndola temblar.
-Te voy a probar que siempre has sido tú para mi. Solo tú-le
susurró Ren a un lado de su rostro, acariciando su oído.-Ninguna
otra será nombrada en esta cama jamás. Solo tú.
Esta no pudo evitar contener el aliento al oírle y sus dedos se
cerraron sobre aquella camisa abierta suya, como si necesitara
anclarse a algo. Así que, aprovechando aquel punto flaco, notando
como sus defensas bajaban, la besó a lo largo de todo su cuello
hasta ascender de nuevo a sus labios momentos antes de que una de sus
manos se interpusiera entre ambos en la cuna de su cuerpo, tanteando.
Kyoko volvió a saltar ante la exploración de sus dedos,
alterándose, dándose cuenta de a que grado de intimidad habían
llegado, pero Ren no tenía intención alguna de detenerse. Ella
había saltado como se esperaría de cualquier chica inexperta, sí,
pero no le estaba deteniendo. De tener suerte, seguiría fingiendo
que estaban en su papel, dejándole menos oportunidades a esta para
que se negara a lo que estaban haciendo.
Los hermanos Heel eran precisamente los adecuados para cruzar
cualquier linea, por grande que esta fuera.
-Setsu, te estas tensando.¿Por qué?-le dijo, con la voz mucho más
oscura que antes, pero tratando de aparentar que aun tenía algo de
calma, haciendo a un lado la ropa interior de esta, haciéndola
entender donde se estaba tensando.
-Ni.....ii....san-fue todo lo que esta pareció capaz de murmurar,
intentando abrir los ojos para mirarle.-Yo........una......ducha.
Incluso
en una situación como aquella, en la que claramente Ren no iba a
parar hasta tenerla, su vena japonesa salía a la luz, con aquella
idea de lavarse antes de entregarse a un hombre para ir limpia hasta
él.
-No. Aquí. Ahora-fue toda la respuesta que le dio, explorándola con
mayor atención, observando en donde se relajaba, donde y como se
excitaba más, en que momento podía hacer que se perdiera mientras
ella solo parecía capaz de buscar aire en cualquier parte,
desesperada, atrapada en sus sentidos, conociendo todo aquello nuevo
para ella.
Kyoko gimió entre sus brazos como una niña, negando contra las
almohadas, como si se negara a dejarse ir. Pero Ren quería verla,
quería ver como se perdía, quería ver cuanto de verdad había en
sus fantasias, en las que más de una vez había soñado con tenerla
de aquella manera.
Un punto especialmente sensible la hizo arquearse en la cama y Ren le
dio un beso en los labios como recompensa, animándola a que siguiera
mostrándose, que no pasaba nada malo en demostrar lo que estaba
sintiendo y que él estaba esperando por ello.
Con la mano libre, trato de quitarle la camiseta, pero con solo una y
ella corcoveando en la cama, la tarea se hizo, cuanto menos,
imposible. Así que optó por lo único que podía hacer. Tomó un
puñado de tela en un puño, notando como ella se acercaba cada vez
más a su final y, cuando los temblores de placer se la llevaron,
tiró con todas sus fuerzas, arrancando la prenda.
Kyoko gritó, pero no supo si era debido a lo uno o a lo otro,
dándose cuenta que le había arrancado el sujetador junto con la
camiseta.
-Mi.....ropa-murmuró esta, sonando escandalizada cuando consiguió
darse cuenta de su reciente desnudez, intentando taparse de la vista
de este con los brazos.
Sin embargo, en aquella ocasión, una sola mano fue suficiente para
que Ren pudiera retenerla, colocándole las manos apresadas en su
puño por encima de su cabeza, dejándola totalmente indefensa ante
él.
-La ropa no importa. Te compraré más, toda la que quieras.
-Ese.....¡Ese no es el problema!-gritó, notando como los labios de
Tsuruga comenzaron a descender por su mentón, pasando por su cuello
hasta que, lentamente, llegó a sus pechos, torturándolos con
pasadas ligeras antes de tomarse aquello en serio y empezar a
amantarse de ella.
Cuando los tomó entre sus dientes, esta volvió a gritar, pero por
la forma en la que se arqueó y en lo que sentía en su centro,
aquello no la disgustó tanto como quería dar a entender.
-¿Donde más debería lamerte?-le susurró, aun acariciando su
cuerpo con lentas pasadas de sus manos, dejando que el deseo volviera
a crecer en ella, atenazándola. Los temblores de excitación habían
vuelto, aun bajos, pero visibles.
Pero ella negó con la cabeza, tratando de alejar sus manos.
-Esto......no.......
¿Quería pararlo, ahora, cuando habían llegado a aquel punto?. Solo
mirándola de aquella manera, en su cama...... Sabía que aquella
imagen no se borraría de su mente fuera lo fuera lo que le ocurriera
en el futuro, cumpliendo sus deseos de poseerla, de tener algún tipo
de derecho de reclamarla, de decirles abiertamente a aquel idiota
niñato de Fuwa Sho y aquel acosador cantante que no se atrevieran a
volver a acercarse a ella, ya no como su kohai, si no como algo más
serio.
Pero..... Kyoko no lo vería así si no hablaban de ello, si no
terminaban lo que allí había empezado, dejando todas las cosas
claras. Le debía demasiadas explicaciones, demasiada información
que la dejaría anonadada, pero que debía saber.
Descendió por su cuerpo hasta colocarse entre sus piernas, colocando
las manos sobre las caderas de esta, tratando de que no se moviera,
pensando que ya habría tiempo más tarde para resolver todo eso.
-¡¡¡Tsuruga-san!!!-gritó ella cuando notó su aliento contra su
centro, saliendo totalmente de su personaje ante aquel acto tan
intimo.
Sin embargo, en vez de parar por ello, le dedicó una sonrisa
maliciosa antes de sacar su lengua y lamerla por un momento, notando
como aquel pequeño cuerpo rompía en una sucesión de nuevos
temblores mientras sus manos salían despedidas a su cabeza, tal vez,
en un primer tiempo, para apartarlo.
Pero, cuando se colocó mejor, observándola por encima de su cuerpo,
semi desnuda, solo con la falda aun enrollada en sus caderas, vio
que, si en algún momento había deseado pararlo, ya no podía.
Aquellas manos en su pelo se transformaron en puños, pero los
quejidos de ella que llegaban hasta sus oídos sonaban débiles,
abandonados. No tenía fuerzas para apartarlo mientras siguiera
lamiéndola de aquella manera y, a pesar de su vergüenza, cuando
trató de acercarse más a su cuerpo, abriéndose hueco con sus
hombros, ella abrió más las piernas. Sin duda, de manera
inconsciente, pero lo hizo.
Como premio por su iniciativa, tomó aquel botón sensitivo entre sus
labios y trabajó sobre ella, disfrutando como se veía, como se
agitaba y gemía, como trataba de agarrarse a las sabanas mientras
trataba de no dejarse arrastrar por lo que le hacía. Y, aun con
todo, aun a pesar de que parecía que abusaba de ella, sabía que le
estaba gustando.
-Dime mi nombre-le ordenó, levantando la cabeza de entre sus
piernas.
-¿Qué?-murmuró ella, notando sus ojos nublados, tratando de
enfocarlos en él, observando aquellos labios hinchados por sus
besos, aquella piel sonrojada donde no había dejado nada sin tocar.
Su miembro saltó, recordando que seguía allí, notando como su
control se perdía aun más y no conseguía que su voz sonara normal.
Incluso oyéndose, sabía que debía parecer algún tipo salvaje que
la estaba asaltando sin piedad, sin poder parar.
-Dí mi nombre. Cuando este entre tus piernas, quiero que digas mi
nombre.
Esta asintió de manera vaga, como si no lo hubiera oído pero
hubiera sabido que aquello era lo que quería que hiciera.
Acomodándose de nuevo, volvió a tomarla. Primero, en lentas pasadas
para destrozarle los nervios, viendo como aquella piel clara se
coloreaba de rosa. Después jugueteó con su nido de nervios, viendo
como esta no podía dejar de arquearse, teniendo que tomar su trasero
en una mano para tratar de que no se alejara de su boca mientras la
trabajaba. Y, finalmente, oyendo que todo lo que hacía era gemir,
paseó su lengua cerca de la entrada de esta, notando como su cuerpo
se tensaba al notar la pequeña invasión.
Sin
embargo, para torturarla y obligarla a decir su nombre como quería,
no hizo nada más que pasar su lengua una y otra vez por encima,
dejándole un indicio de lo que le daría si hacía lo que le había
dicho.
El cuerpo de Kyoko se relajó en sus brazos e incluso llegó a mover
las caderas, como si le invitara a continuar, pero todo lo que Ren
hizo fue eso, pasar por encima de ella, tentándola pero sin darle lo
que quería hasta que él no obtuviera su parte. Esta llegó incluso
a alzar la cabeza de las almohadas hacía él, tratando de averiguar
por qué no seguía, encontrándose con dos pares de ojos que
parecían brillar en la oscuridad, centrándose en su rostro,
quemándola.
``Dilo. Sabes que quieres que continué, así que solo tienes que
decirlo´´.
Vio como esta tragaba mientras volvía a recostarse, notándose como
luchaba con ella misma. Su orgullo estaba batallando con la pasión
en aquel momento, demostrando que su carácter no era algo que debía
perderse de vista, pero, tras lo que pareció una batalla épica,
aquellos ojos dulcemente nublados volvieron a centrarse en él.
-Tsu..... Tsuruga-san.
El escalofrío que le recorrió la espalda al oírla decir con aquel
anhelo su nombre hizo que se recordara que él también estaba en
aquello, pero, a pesar de las buenas intenciones de Kyoko, aquel no
era el nombre que quería oír salir de sus labios en una situación
como aquella.
Tomando su parte sensitiva entre los dedos, jugó con ella mientras
su lengua apenas se dejaba notar por encima de su cuerpo, obligándola
a cerrar los ojos cuando nuevos temblores la recorrieron de arriba a
bajo, abriendo aun más sus piernas.
Sin embargo, pareció molesta cuando volvió a mirarle, casi
haciéndole reír contra su cuerpo, sabiendo que aquella tortura
estaba empezando a matarla.
-Ren, por.....por favor-murmuró de pronto, ondulando de nuevo sus
caderas.
Y este se congeló en el lugar. Pensaba que el escalofrío que había
sentido antes había sido fuere, pero ante la mención de su nombre,
pareció que los temblores que la abatían habían entrado en él,
teniendo que sujetarse a las piernas abiertas de esta para tratar de
tomar fuerzas y controlar la parte baja de su cuerpo, cerca de
explotar.
La miró una ultima vez, notando como ella dudaba de haberlo hecho
bien. Pero su lengua en su centro fue más que suficiente para saber
que aquello era lo que había querido. Volvió a trabajar sobre ella,
notando su propia necesidad creciente, buscando su ultima liberación
antes de atreverse a deshacerse de sus pantalones. Las manos de esta
volvieron a su cabello y los gemidos volvieron a recorrer la
habitación.
Cuando estaba cerca de su final, trató de cerrar las piernas,
tensándose mientras su cuerpo se preparaba para lo que venía, pero
los hombros de Ren, se lo impidieron. Gritando su nombre, una fuerza
tiró de ella, todo se transformó en luz tras sus ojos cerrados y
tuvo la impresión de que el aire le era arrancado de los pulmones
mientras una sensación de saltar en pedazos se apoderaba de su
cuerpo.
Al
poder volver a tomar aire, vio como este ascendía por su cuerpo, ya
sin la camiseta, arrastrándose hacía ella como un león, con
aquellos brazos moviéndose lentamente mientras se acercaba, ocupando
todo su campo de visión. Todo lo que podía ver era a este; su
rostro, su cabello despeinado por sus propias manos, aquel pecho
espectacular que tendría que atemorizarla aunque solo fuera un poco.
Pero, llegados a aquellas alturas, sintiéndose dulcemente cansada,
no podía temer nada de lo que le hiciera.
Aunque en un primer momento se había mostrado autoritario, seguro,
fuerte, tomando el control de todo, no había nada que, en realidad,
la hubiera asustado. ¿Sorprendido?. Desde luego, pero este no la
había hecho daño en ningún momento, tratándola como si fuera algo
muy valioso, como si pudiera romperse entre sus manos si no llevara
cuidado, aunque en cierta forma sí se había roto, así que no podía
sentir miedo mientras que lo veía acercarse.
Moldeó sus labios con los de él cuando Ren la besó de manera
posesiva, soltando un gemido de satisfacción masculina cuando no
sintió ninguna resistencia por su parte. A aquellas alturas, su
mente apenas era una masa capaz de hilar dos palabras seguidas y su
corazón latía de tantas formas diferentes dentro de su pecho que ya
no estaba segura de lo que sentía. Sin duda, estaba demasiado
abrumada por él, por el cuerpo masculino, por su olor, por aquellos
ojos que no se apartaban de su rostro en ningún momento.
Ni siquiera se atrevió a pensar que pasaría después de aquella
noche, con qué cara podría mirarle y hablar delante de la gente.
Los labios de Ren a un lado de sus labios la centraron en aquel
momento, notando de nuevo a aquellas caderas dando contra ella,
tocando algún punto en su interior que la hacía sentirse como si
fuera a derretirse en cualquier momento, disfrutando de su peso sobre
ella, de la extraña sensación de ser asaltada sin remedio, sin que
él mismo pudiera controlarse.
-Kyoko-susurró Ren, haciendo que todo su cuerpo volviera a
estremecerse, como si aquellas emociones no fueran a acabarse nunca.
Cogió una de sus manos, tomándola por la muñeca, conduciéndola a
su entrepierna, haciéndola saltar cuando sintió el miembro de este
contra la tela y sus dedos. Estaba....caliente y, de forma extraña,
parecía tener incluso vida propia.
-Abre el pantalón-le ordenó este, aun manteniendo su mano en el
lugar, sujetando su muñeca.-Quita el botón y baja la cremallera con
mucho cuidado.
Aun tragando saliva, ella trató de hacerlo, pero ya no había ningún
hueco en aquellos pantalones, así que el botón era difícil de
soltar. Tuvo que recurrir a las dos manos, intentando no mirar a este
a los ojos, para conseguir que, finalmente, el botón cediera y la
cremallera bajó sin dar mayores problemas.
Este volvió a besarla en la comisura de la boca, como si fuera
alguna clase de premio al buen trabajo, y fue él mismo quien se bajó
estos, junto con su ropa interior, sin dejar de mirarla, mientras
Kyoko miraba para otro lado, sintiendo su rostro tan encendido como
si le fuera a explotar en cualquier momento.
Había visto el cuerpo de Tsuruga san varias veces ya en su papel de
Setsu, teniendo que ir siempre al baño a buscarlo cuando se tardaba
demasiado. Pero aquello era totalmente distinto. En aquel momento él
iba a tomarla y no era en absoluto aquel Cain Heel de baja tensión
que se dedicaba a hacer muñecos de espuma en la bañera. Era el
hombre que quería hacer con ella aquello que Kyoko siempre había
supuesto que solo deberían hacer los matrimonios.
Desde
luego, no estaban casados, pero tampoco tendría voz para decirle sus
ideas en aquel momento, notando como este hociqueaba a un lado de su
rostro, haciéndole cosquillas en la piel y, a un mismo tiempo,
despertando todas sus terminaciones nerviosas de nuevo, notando como
la olía, como la lengua de este tomaba la salinidad de su piel
mientras aquellas caderas, ahora desnudas, descendían sobre ella.
Sujetarse a sus hombros pareció lo más natural cuando lo sintió en
su entrada, girando la cabeza para mirarlo porque la mano de este la
acariciaba. La mirada de Ren se había hecho más pesada, más
intensa y posesiva mientras se iba hundiendo en ella y, aun así, no
pudo apartar la vista de sus ojos, notando al mismo tiempo la
tirantez de su interior.
Cuando un gemido de dolor se formó en su garganta, Ren volvió a
alzarse sobre ella, cogiendo su rostro entre las dos manos,
intentando que siguiera mirándole, que se concentrara en sus ojos.
No sin cierto trabajo, pudo conseguirlo y, cuando este estuvo
totalmente en su interior, fue cuando se sintió por completo
asaltada, tomada, como en una de aquellas novelas inglesas de época
donde la protagonista siempre es raptada por un apuesto pirata. Sin
lugar a dudas, en aquella ocasión, Ren era aquel personaje,
retirándose con cuidado, estudiando su reacción, solo para volver a
hundirse.
La situación debería haberla abrumado, sus piernas tendrían que
sentirse doloridas al encontrarse tan abiertas para acogerlo, pero,
de algún modo sorprendente, no se sentía así en absoluto. Solo
podía agarrarse a aquellos imponentes hombros desnudos mientras de
sus labios empezaban a escapar nuevos gemidos de placer, obligándose
a cerrar los ojos para conseguir sentirlo todo.
Aprovechando eso, Ren volvió a besarla, asaltando su boca como había
empezado a hacer con su cuerpo, el control roto hacía tiempo,
poseyéndola y, aun así, sintiendo que estaba haciendo lo adecuado,
para lo que estaba hecho y para lo que ella estaba hecha también. Se
sentía tan natural estar entre sus piernas que un rápido
pensamiento de un Dios que se dedicaba a formar parejas antes de
existir se le pasó por la mente.
Pero Kyoko volvió a gemir, ondulándose bajó él, y todo lo que
estaba pensando se borró de pronto.
Solo pudo seguir tomándola de aquella manera que rallaba con lo
salvaje, viendo que tan rápido podía llevarla hasta una nueva
liberación, notando la tensión que se había formado en el interior
de sus muslos, haciendo que su piel temblara mientras notaba todos
sus nervios tensándose, cercano ya a su propia liberación.
Cuando la sintió irse, gritando de nuevo su nombre, lo más natural
fue seguirla, aprisionándola entre sus brazos, dejando escapar los
gemidos que él mismo había estado conteniendo, abrasando su pecho,
sintiendo una fuerza parecida a la de ella arrastrándole a algún
lugar que no tuvo el tiempo necesario de discernir.
Solo supo que, cuando consiguió tomar aire y abrir los ojos, estaba
aplastando a Kyoko con su peso, aun manteniendo la cabeza de esta
entre sus dos brazos flexionados, solo a unos centímetros de sus
labios.
Esta respiraba por los labios entreabiertos, necesitando la mayor
cantidad de aire posible, pero supo que se debía más a su cansancio
que a su cuerpo sobre el suyo. Lo más caballeroso hubiera sido
hacerse simplemente a un lado, devolviendole su espacio, pero, tras
lo que habían vivido, lo que menos quería hacer era apartarse de
ella. De eso estaba cien por cien seguro.
Escondió el rostro en el hueco que había entre el cuello y el
hombro de ella, tapándose a ambos con las sabanas y, antes de darse
cuenta de la respiración lenta y pesada que Kyoko había empezado a
hacer poco después, Ren no tardó en quedarse dormido.
….......
Por la mañana, cuando Kyoko consiguió abrir los ojos, se encontraba
atrapada por unos brazos masculinos, de lado, sintiendo el calor de
aquel cuerpo a su espalda, en la conocida postura llamada ``la
cuchara´´ y todo lo sucedido en la noche anterior asaltó su mente
con tal fuerza que casi llegó a sentirlo como un puñetazo.
Alterada, intentó liberarse de aquellos brazos, recordando
perfectamente a quien pertenecían. Sin embargo, a pesar de que trató
con todas sus fuerzas de salir de allí todo lo avergonzada que en
ese momento se encontraba, aquellos brazos no cedieron ni un
milímetro. Para ser más justo, incluso la apretaron aun más
fuerte, impidiendo que se moviera del sitio.
-Veo que siempre te despiertas con energías por las mañanas-le
susurró la voz de Tsuruga san junto al oído, haciendo que un nuevo
brote de vergüenza y temblores la asaltaran.
Recordando la noche anterior, supo que lo sucedido había sido tanto
obra suya como de él y, sin embargo, este parecía encontrarse
totalmente calmado.
-Por.....por favor.¿Po....podrías soltarme?-le preguntó, apenas
con hilo de voz.
-Sí, me importa. Y aun no quiero-fue toda la respuesta que recibió,
notando como Ren colocaba la cabeza sobre su hombro, acariciando su
oído con los labios.
¡A la luz del día aquello parecía mucho más vergonzoso!. El nivel
de rojo en la cara de Kyoko tendría que ser nombrado como un nuevo
color.
-A....ayer....-volvió a murmurar, tratando de encontrar su voz, pero
apenas fue capaz.
-No hicimos nada que ninguno de los dos no quisiéramos haber
hecho,¿no?-le preguntó este, notando contra su mejilla como ella
asentía.-Pues entonces no hay ningún problema.
-Pero.....
-¿Piensas que soy ese tipo de hombre que esta con una mujer una
noche, sin más?. Creo recordar que hace tiempo hablé con un señor
pollo sobre la mujer que amo.
-¡¿Sabes que era Boo?!-exclamó Kyoko, tratando de mirarlo.
-Lo sospechaba porque vuestros caracteres se parecían, pero gracias
por confirmármelo.
Ren tuvo que contenerse para no echarse a reír ante el rostro
nuevamente avergonzado de ella.
-¿Recuerdas que dije que era una chica de preparatoria y de todas
esas cosas que eran increíblemente similares a ti?.
Kyoko asintió, pero, ante ninguna reacción en particular, Ren
suspiró.
-Estoy diciéndote que eras tú.¿Cómo no pudiste darte cuenta?-le
preguntó, sonando apesadumbrado.
-¡¡¡Yo!!!-exclamó esta, tratando de mirarle de nuevo.
Pero Ren la aferró con fuerza contra su pecho de nuevo, ocultando la
cabeza en su cuello, soltando un nuevo suspiro contra la piel de
Kyoko.
-Por eso era tan difícil taparlo. Eres tan ingenua e inocente que
invitas, sin saberlo, a todos los lobos para que salten sobre tí.
-¡Eso no es cierto!-exclamó esta.
-¿Y?.¿Qué sientes tú por mi?-le preguntó este de manera directa,
dejándola paralizada entre sus brazos.
Kyoko se mordisqueó los labios, pareciendo nuevamente nerviosa, y su
rostro adquirió un color aun más oscuro. Entre sus manos pudo
sentir como se le había disparado el pulso aun más y como su
corazón parecía estar marcándose una de las sambas que tanto
gustaban al presidente.
-Yo......yo.......etto........yo......
Estaba tan nerviosa que hasta volvía a temblar, así que,
sintiéndose generoso, le dio un beso en el cuello.
-Esta bien. Ya entendí. Después de todo, hay muchas cosas más que
aun tengo que contarte.
-¿Muchas cosas?.
-¿Recuerdas tu encuentro con Kuu san y como este hablaba de su hijo
Kuon?.
Kyoko asintió, frunciendo el ceño, tratando de ver a donde quería
dirigirse, y Ren tuvo la impresión de que aquella iba a ser una
muuuuuy larga jornada de cama.
Fin.
A
las 3:47 de la madrugada he ido a terminar este fic con la esperanza
de que mañana viernes, aunque ya es viernes oficialmente, vaya a la
biblioteca a subirlo.
Pensaba
que lo terminaría mucho antes, pero la larga sesión de escenas
explicitas me estaba dejando sin fuerzas y no conseguía unir bien
una escena con otra. Además, hoy echaban Grimm, así que de 12 y
media hasta las 2, ya que los otros capítulos ya los había visto,
he estado viendo la tele. La serie me encanta, así que, a pesar de
mis ganas de terminar el fic, he tenido que hacer una pausa. ¿Soy la
única que encuentra encantadoramente encantador a Monroe, a pesar de
ser un lobo?. Será que los lobos son mi debilidad, como siempre.
Pero
volviendo al tema. Como el manga no esta terminado, he tenido que
dejar de nuevo ese final abierto porque, de otro modo, seria una
novela más que un fic. Ren y Kyoko me encantan, así que no tengo
ninguna duda de que acabaran juntos. Solo he querido hacer esto para
autosatisfacción mía y para placer vuestro.
Como
siempre, si os ha gustado o no, solo tenéis que dejar un review y
trataré de contestarlo. De la misma forma, espero que os mantengáis
sanos y nos seguiremos leyendo en las próximas historias que vaya
haciendo. Bye.^^